Rodalquilar, un lugar repleto de tesoros

La parte más bella pero también la menos conocida del Parque Natural de Gata-Níjar es quizá Rodalquilar. Un lugar preciso donde disfrutar de la ansiada soledad natural.

Hace siglos la fiebre del oro sacudió este lugar y alrededor de las minas se desarrolló la localidad. Sin embargo el tesoro de este lugar no se encuentra su interior. Para descubrirlo hay que salir afuera, a la costa, donde se encuentra a la vista de todos.
Son sus acantilados de roca amarilla, las hermosas dunas fósiles. Disfrutar un amanecer, junto estas rocas que relumbran al sol, no tiene precio. También forman parte de sus tesoros las playas salvajes y sus calas secretas, como la cala Bergantín, Polacra, Carnaje…Y las atalayas, como el faro de la Polacra, sobre la torre de los Lobos, que es con 265 metros, el más alto de España.

Rodalquilar

Rodalquilar forma parte de la Ruta de Los faros almerienses, la cual ya hemos hecho anteriormente, pero esta vez nos pararemos en el pueblo y sus alrededores para descubrir los tesoros de este maravilloso lugar.

Se encuentra a 45 kilómetros de la capital de Almería si vas por las carreteras locales. Sin embargo es más cómodo y sencillo, aunque se de un poco más de vuelta, ir por la autovía del mediterráneo (A-7) desviándose para ir por Campohermoso, Fernán Pérez y Las Negras.

La casa de los Volcanes y las viejas minas de Oro

La historia minera de este lugar parte en 1509, con la explotación de la plata, alumbre de plomo y otros minerales. Pero fue a finales del siglo XIX cuando se inició la fiebre del oro y el lugar se llenó de gente en busca del ansiado metal. Duró hasta 1966 cuando el oro se agotó y se cerraron las minas. El lugar se vació y quedó como vemos ahora, un espacio que parece de Marte, con tierras rojas y agujeros pero rodeado de una salvaje belleza.

En nuestra visita al pueblo hay que par a ver las viejas minas de oro y visitar la Casa de Los Volcanes -950 100394- que es un Centro de Interpretación donde se explican las características geológicas del Cabo de Gata y la historia minera de la localidad.

El Playazo de Rodalquilar

Saliendo del pueblo por la carretera en dirección a Las Negras encontramos a un kilómetro el desvío que nos lleva en poco más de dos kilómetros a El playazo de Rodalquilar. Un arenal grande, de unos 400 metros, situado en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Ideal para pasear o bucear en sus aguas claras, descansar o explorar su espectacular entorno.

La torre de Los Alumbres

Antes de llegar al arenal, de camino, con buen acceso en coche, se divisa  a la derecha la torre de Los Alumbres, también conocida como Castillo de Rodalquilar, construida en 1509 para defender la mina de alumbres de los numerosos ataques de piratas berberiscos.

La Batería de San Ramón

Junto a la playa, al lado izquierdo, podemos ver desde el exterior la batería de San Ramón, construida durante el siglo XVIII, y que sustituyó a la anterior en sus tareas de vigilaba de la costa años atrás y que hoy en día es de propiedad privada.

Acantilados de La Molata

El punto de partida de El sendero de la Molata (SL-A102) es el aparcamiento del Playazo, que se dirige hacia el norte, bordeando el escarpado litoral al camping La Caleta, en Las Negras.
El camino comienza rodeando la batería de San Ramón y enseguida se asoma a una preciosa ensenada rocosa, a la que se puede acceder aprovechando el relieve escalonado de los acantilados en tan solo diez minutos de paseo.
Los acantilados de La Molata son unos tremendos cortados de roca arenisca amarilla cubiertos de fósiles. Una rampa natural en la misma roca nos permite bajar hasta las aguas de color verde. Para bañarse en o bucear aquí el mar ha de estar en perfecta calma pues la zona está llena de picachos semisumergidos. También de cuevas llenas de erizos y bancos de peces.

Calas, torres y arrecifes

Otro de los enclaves destacados del Parque Natural de cabo de Gata-Níjar es el arrecife de las Sirenas, un arrecife volcánico que arece un archipiélago en miniatura, a pie del cabo de Gata. A él se acercan los piragüistas para «culebrear» entre sus escollos e islotes.

Cala del Bergantín

Si recorremos el arenal del Playazo hacia el sur encontramos rodeadas de palmitos y palmeras dos antiguas norias de sangre. Estas norias eran llamadas así porque utilizaban como fuerza motriz el tiro mulos y burros.
En el extremo de El Playazo parte una senda que nos conduce en media hora por un sendero de unos 1,5 kilómetros, sin señalizar, empinado y abrupto a la cala Bergantín. Se encuentra separada del playazo por el cerro del Romero. Para llegar aquí hay que llevar calzado de senderismo y de agua.
La cala Bergantín es una cala de unos 70 metros de longitud, pedregosa, gris salvaje y solitaria. Parece un cráter lunar desierto, sin otro indicio de vida humana que la cercana torre de los Lobos.

Torre de los Lobos

La Torre de los Lobos es una Atalaya erigida en el siglo XVIII para vigilar la costa de los ataques de los piratas berberiscos. La Torre sirve de base para el faro de la Polacra, el situado a más altura sobre el nivel del mar de España, con 265 metros. Desde aquí se divisa el parque Natural Cabo de Gata-Níjar.

La carretera de acceso a esta cima está cortada al tráfico y se encuentra poblada de vegetación; palmitos, tomillos, esparto y jaras de rosa flor. El paseo de unos 45 minutos hasta aquí es maravilloso, no solo por la vegetación sino por la panorámica que ofrece de la bahía.

Cala Polacra

A esta cala situada más al sur que la anterior solo se puede llegar en barco.

Cala del Carnaje

Más allá de a cala del Bergantín se encuentra otra cala salvaje, la Cala Carnaje. La cala de 130 metros de longitud está llena de enormes cantos rodados de basalto a los que el oleaje y la erosión ha dado una forma elipsoidal y un pulido tan perfecto que parecen huevos gigantes.

Por su difícil acceso apenas van bañistas, más bien la visitan personas que van a pasear o en busca de piedras esculturales.
Para llegar a ella hay que seguir el acceso señalizado en el kilómetro 12 de la carretera que lleva de Rodalquilar a Las Negras. Se tiene que dejar el coche a casi kilómetro y medio para seguir por un camino de tierra que se desvía a la derecha y que nos lleva en poco más de un cuarto de hora a la cala.

Aquí ponemos punto y final a esta pequeña excursión, que por lo menos hay que experimentar una vez en la vida y llevarse un pequeño canto rodado, nuestro particular tesoro, recuerdo de nuestra estancia.

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