Qué podría contaros yo de mi Galicia, de la que cada día estoy más y más enamorada. Y es que a día de hoy aún no he encontrado un mejor lugar donde pasar mis vacaciones.
Año tras año me reafirmo en que no hay lugar como este, sobre todo en verano. Será la morriña, (eso que los gallegos llamamos a un sentimiento similar a la añoranza) o yo que sé. Lo único que sé es que si no llueve, como suele ocurrir en verano, mi tierra es lo más parecido al paraíso. Así que marchar, marcho, pero al final siempre es para volver.
Si le preguntas a una pontevedresa como yo qué destinos visitar en Galicia, sin lugar a dudas, alguna de sus respuestas serán las islas Cíes y la isla de Ons.
La isla de Ons es un destino excelente, si es que se quiere disfrutar de un día de senderismo entre playas y acantilados. Situada a la entrada de la Ría de Pontevedra el archipiélago de Ons archipiélago forma junto a las Islas Cíes (en la ría de Vigo) y los de Sálvora y Cortegada (en la ría de Arosa) el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Flanqueada en su margen derecho por los codiciados destinos veraniegos de Sanxenxo y Portonovo la isla pertenece a Bueu, municipio de la comarca do Morrazo.
Esta pertenencia es debida, no a su proximidad geográfica -ya que la isla está geográficamente más cerca del municipio de Sanxenxo- sino al hecho que sus antiguos colonos isleños procedían de un pueblo de Bueu, en concreto de Beluso. En este pequeño pueblo se exhibe a día de hoy una estupenda gastronomía, basada principalmente en los pescados y mariscos de proximidad. Un referente de esta cocina es el Restaurante A Centoleira. Pero nosotros con más frecuencia , como muchos lugareños subimos un poquito más arriba, al Peixoto. Mucho más modesto que el anterior, en el podemos a un precio más modesto, degustar una deliciosa centolla divisando desde un gran ventanal la ría de Pontevedra .
Volviendo a Ons tenemos que mencionar que los encantos de la Isla han motivado que en los últimos años esta haya vivido un boom turístico. Uno de los motivos es debido a la existencia de líneas regulares de transporte marítimo durante la época estival. Partiendo de distintos orígenes, Bueu (principalmente) pero también Sanxenxo, Portonovo, Marín y Aldán. Los servicios prestados por las navieras Mar de Ons y Nabia comunican la isla con la península en línea regular.
Nosotros, la mañana del lunes, por proximidad y horarios nos decidimos salir desde Bueu, ya que pasamos el verano en el destino de playa de Limens, a la salida del hermoso pueblo de Cangas de Morrazo, del cual debido a sus encantos, merece por sí solo que le dedicáramos un extenso reportaje. Es verdad que podríamos haber alquilado un exclusivo barquito con patrón (www.oquefaltaba.com), pero el precio por persona era de 70€ frente a los 14€ de la naviera Mar de Ons (y si nos apuramos en trayecto de tarde podíamos acogernos a una promoción que había en esa fecha -22/07/2019- de 9 euros en trayecto) inclinó la balanza hacia esa primera opción.
Así que esa mañana nos dirigimos a las taquillas al final del puerto de Bueu. Tras haber reservado previamente online tanto en la página de la naviera como en la oficina telemática de la Xunta de Galicia, a la que te derivan cuando realizas la reserva. Un paso este ineludible, ya que es condición sine qua non para visitar la isla, dado como parque nacional que es, se precisa autorización del Gobierno gallego para evitar las masificaciones (incluso a golpe de lunes) que puedan alterar su biodiversidad.
Y así embarcamos, disfrutando de un trayecto de unos 40 minutos con unas impresionantes vistas de Bueu y Beluso a babor y Sanxenxo y Portonovo a estribor. De frente….el mar, hasta avistar el puerto de la isla, que un poco menos impresionante nos recordó bastante al de las islas Cíes.
Visitando Ons
Y llegados a nuestro destino, la pregunta del millón. ¿Qué hacer? Lo teníamos claro. Una ruta de senderismo y playa. Pero… ¿Cuáles?.
Una vez desembarcados podemos elegir entre seguir la ruta de la izquierda, más cómoda y turística –ruta sur de 6,2 km y 2:30 minutos- o la de la derecha-ruta del norte, más salvaje- 8,1 km y 3 horas-. También teníamos para elegir dos rutas predeterminadas más suaves, la del Faro y la del Castelo.
Aún era temprano, pues habíamos embarcado a las 11:30 y aún estábamos a medio día así que decidiríamos donde comer a la vuelta y así, iniciamos nuestra ruta. Nos decidimos por la ruta de la izquierda, pues queríamos visitar el Burato do Inferno. Tras la subida dejamos atrás los dos restaurantes emblemáticos; Casa Acuña y Casa Chencho, el más antiguo local de restauración de la isla.
Ambos locales son un homenaje a la cocina tradicional gallega, donde el pulpo y los excelentes mariscos se erigen como la especialidad de la casa. Y es que la aproximada decena de playas es que se distribuyen a lo largo del islote albergan una enorme biodiversidad.
Quizás lo que más fama ha dado a esta Isla, gastronómicamente hablando, es el pulpo. Este molusco se suele consumir “en caldeirada”- cocido con patatas y condimentado con pimentón, aceite ajo y cebolla- o “á feira” que es simplemente cocido y condimentado con pimentón, aceite y sal.
En nuestra ruta pasamos por playas, como la de Cans y Canexol hasta llegar al mirador de Fedorentos. Allí enfrente, entre impresionantes vistas oceánicas, distinguimos el pequeño islote de Onza.
También divisamos un pequeño escuadrón de barquitos de bajura pescando con el tradicional método del cerco. Y bajo el sol veraniego llegamos al Burato dos Infernos. Esta gruta formada por el mar y que asoma a la superficie como un enorme agujero es llamado así por un motivo. En ocasiones, en su interior, como gritos de lamento se oye rugir con fuerza el mar. Un sonido atronador que parece venir de la misma boca del infierno.
Nos faltaba llegar al faro, pero estábamos ya cansados. Eran cerca de la 1:30 y nuestro barco regresaba a las 5:30. Antes tendríamos que reponer fuerzas. Así que decidimos ir hacia las playas y homenajearnos con un refrescante baño.
Así que regresando acabamos en la playa de Área dos Cans, donde, había un chiringuito, al que como no, subimos a tomar algo fresquito. Unas cañas, claras y sidra.
Tan bien estábamos que ya no nos planteamos dónde comeríamos. En ninguno de los míticos restaurantes de la isla, sino allí mismo. Y fue un acierto. Os dejo la carta. Todo muy correcto, el trato inmejorable y el ambiente, entre la musiquita y la brisa del mar, simplemente perfecto.
Volvimos a la playa un rato más. Para despedirnos de la Isla tomamos un café en el entorno del muelle. En el chiringuito solo servían una bebida a base de café con leche helado.
Quizás si hubiésemos cogido el billete de vuelta para las 19:30 en vez de las 17:30 hubiésemos andado un poco más por el Curro y visitado el Faro,- pues siempre puedes adelantar la vuelta pero no atrasarla-.
Lo bueno de esto es que así tendremos disculpa para volver a la Isla el año que viene. A mí en particular me quedaron un par de cosas pendientes: Visitar la playa de Melide, la cual quedaba en la otra esquina y comprobar si el Mojito sin alcohol del chiringuito sabe tan bien como pintaba.
Para tomarse otra cosa, mejor quedarse a dormir. Una opción es en el camping o en cualquier otro alojamiento, que los hay, si se quisiera disfrutar de la “movida” isleña. Pero eso, quizás sea en otra ocasión.