Pura naturaleza en la Sierra de la Culebra

La Sierra de la Culebra se encuentra al noroeste de la provincia de Zamora, junto a la frontera de Portugal y en los confines zamoranos de las comarcas de Sanabria, Carballeda, Aliste y Tábara. Un lugar aislado pero con un singular patrimonio etnográfico de pequeños pueblos.

Su interior esconde la mayor población de lobos de toda Europa occidental. El lobo ha sido reconocido desde tiempos inmemorables enemigo número uno de los habitantes del medio rural, especialmente de los ganaderos. Sin embargo en la Sierra de la Culebra, un recóndito lugar de la provincia de Zamora, este inteligente pero denostado animal se ha convertido en un fiel aliado. Principal protagonistas del turismo de observación, año tras año visitan este lugar amantes de la naturaleza y viajeros en busca de una sensación única, la observación de este animal en su medio natural.

En la zona hay empresas existen especializadas en la observación de lobos y también de los ciervos que con sus estremecedores bramidos reclaman su lugar en la época de celo, como ecoturimo Llobus y Lobisome Naturaleza. El avistamiento de los lobos es una actividad que se suele realizar al amanecer, siempre a distancia suficiente para que los animales detecten la presencia humana y se acostumbren a ella.

Un innegable atractivo natural que es mejor visitar en otoño, de mediados de septiembre y buena parte de octubre, que es cuando tiene lugar la berrea y cuando los bosques lucen con más colorido. Además en esta fecha a este atractivo natural se le une además el hecho de que es la época para recolectar setas y hongos. Empecemos pues nuestra aventura.

Puebla de Sanabria

Una de las entradas naturales a la Sierra de la Culebra es a través de Puebla de Sanabria. Puebla de Sanabria dista 113 kilómetros de la ciudad de Zamora y se encuentra a pie de la Autovía de las Rías Baixas A-52, en un fortificado espigón rocoso.

Esta estratégica villa, cruce de caminos cercana a Portugal, atesora un gran patrimonio monumental, histórico y etnográfico.
Tras pasear por sus callejuelas empedradas y admirar sus casonas señoriales hay que acercarse a conocer la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, el castillo de los Condes de Benavente, en torno al cual se organiza el pueblo y el Museo de Gigantes y Cabezudos.
Tomando una estrecha carretera que se interna en la Sierra de la Culebra se dirige a Robledo donde se encuentra el Centro del Lobo Ibérico.

Robledo y el Centro del Lobo Ibérico

Rodeado de una densa vegetación, en las instalaciones del Centro del Lobo Ibérico se puede conocer de primera mano todo lo relacionado con los lobos y su convivencia con los habitantes de la zona.
El centro ofrece un viaje de descubrimiento de la especie a través de su territorio, además de una experiencia reflexiva y artística para disfrutar con todos los sentidos.
Ocupa un edificio de 1800 m2 integrado en el entorno del pueblo de Robledo. Construido con materiales propios de la zona, cuenta con una con una disposición enterrada para incrementar su aislamiento. Es una arquitectura que simula los cortellos, que eran los tradicionales recintos de piedra que tradicionalmente servían de trampa para los lobos. También cuneta con terraza ajardinada y dos extensos recintos vallados en los que viven en semilibertad dos manadas de lobos ibéricos para que puedan ser observados por los visitantes. Tales animales o han nacido en cautividad o han sido rescatados del medio natural. Antes de abandonar el pueblo de Robledo, se ha de visitar su recuperado lagar de cera.

Camino de regreso a Puebla de Sanabria

De regreso a Puebla de Sanabria y antes de la aldea de Ungilde, es necesario desviarse por la carretera que enfila hacia Portugal. Atravesando pinares y castaños centenarios donde crece el brezo, hay que conducir con precaución, pues aquí haya animales que transitan a sus anchas, como corzos, ciervos y jabalíes.
Al fondo del valle aparece un pueblo separado en dos marca la frontera entre España y Portugal, el pueblo zamorano de Rihonor de Castilla por un lado y el luso de Rio de Onor por otro.
Antes que se fraguara la unión europea, aún se podían observar las cadenas que separaban una parte de la otra. Hoy sus habitantes hablan un dialecto entre español y portugués y solamente se encuentran separados por el río Fontano.

Lobeznos, Pedralba de la Pradería y Calabor

Siguiendo nuestro camino de regreso hay que acercarse a las tres localidades que marcan el límite occidental de la Sierra de la Culebra. Lobeznos, Pedralba de la Pradería y Calabor. Esta última goza de un bien conservado conjunto de arquitectura popular y un balneario de excelente aguas medicinales.

Villardeciervos

Después de descansar en Puebla de Sanabria hay que dirigirse a Villardeciervos por la N-525 a orillas del embalse de Valparaíso. En este tramo destacan sus nobles y populares construcciones. Localidad que cuenta con un protegido conjunto histórico en el que se alzan numerosas casonas y casas populares.

Si paseas por sus calles no te puedes perder la de la Culaguita y sus artísticas fuentes de piedra, como la del Caño y el Cañico, con sus lavaderos, la de Ti Petriña y la Fuente de Abajo.
No puedes marcharte de este pueblo sin adquirir una caja de sus famosos almendrados.

Ferreras de Arriba

Por la carretera que conduce a Ferreras de Arriba, se alcanza el observatorio de fauna de La Pedrizona. Esta localidad se encuentra situada a los `pies del monte de La Lleira. Cubierta de robles, pinos y castaños es un lugar que ha sabido recuperar su pasado etnográfico, rural y pastoril. En su entorno destacan los molinos harineros de las orillas del río Castrón y los corrales circulares en los que se guardaban las ovejas para protegerlas de los ataques de los lobos.

Tábara

No podemos imaginar un mejor final del trayecto que la histórica localidad de Tábara. Es la patria chica del poeta León. La localidad es famosa por el beato mozárabe que en el siglo X salió del scriptorium del monasterio de San Salvador.

Entre sus monumentos se encuentra la torre románica de su iglesia, en cuyo interior se puede ver una exposición permanente sobre códices y miniados. Así mismo destaca el palacio del marqués de Tábara con su fachada plateresca.

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