Contemplando Granada desde sus Miradores

Granada fue la última ciudad reconquistada por los Reyes Católicos en 1492 y eso se nota en el impresionante legado andalusí. Un legado que se hace notar no solo a su arquitectura y urbanismo, sino que se extiendo a su gastronomía y artesanía.

Unido a este legado, sus joyas arquitectónicas del Renacimiento y a las más modernas instalaciones propias del siglo XXI hacen de la Granada de hoy una de las ciudades más maravillosas de la Andalucía Oriental.

La ciudad se extiende a los pies de Sierra Nevada, entre los ríos Darro y Genil y tiene como máximo exponente de sus Patrimonio a La Alhambra y el Generalife. Importante centro cultural durante largos siglos, tanto durante el gobierno musulmán como el cristiano. Junto a ellos, uno de sus viejos barrios, el Albaicín, antiguo barrio árabe de calles estrechas que pasa por ser el más bonito de Granada, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

En Granada sus fuentes, miradores y Cármenes, las viviendas rodeadas de aromáticos jardines características de esta ciudad, contribuyen a crear rincones inolvidables. Hoy vamos a visitar los miradores más espectaculares que rodean la ciudad. Desde ellos podemos admirar uno de los paisajes culturales más fascinantes del mundo.

Cuándo y cómo ir a Granada

Granada es una ciudad para visitar en cualquier época del año. No obstante el verano es muy caluroso y el invierno especialmente frío debido a su proximidad a Sierra Nevada. Por lo tanto, la primavera y el otoño son con diferencia las estaciones más bellas de Granada.

En la actualidad la ciudad goza de una envidiable agenda cultural y de ocio. Se celebran múltiples ciclos y festivales de cine, música o teatro, los cuales se complementan con exposiciones permanentes e itinerantes que abarcan todos los ámbitos del saber. Los antiguos palacios renacentistas acogen seminarios, conferencias y coloquios, mientras que las más innovadoras infraestructuras están preparadas para los grandes eventos.

Granada está comunicada por la autovía A-44 con el norte de Andalucía y, hacia el sur, con la Costa tropical. La A-92 enlaza hacia el oeste con Málaga y Sevilla y hacia el este con Almería, Murcia y la región Levantina.

Los Miradores de Granada

La mayoría de los miradores de la ciudad de Granada miran hacia la Alhambra y a la ciudad baja y están rodeados por las cumbres de Sierra Nevada.

Durante el día los miradores de Granada son espectaculares pero por al amanecer y al atardecer, si cabe, lo son más. Cuando el sol se mete por el oeste y la Alhambra se ilumina con los últimos reflejos mientras el Albaicín parece la recreación de un portal de Belén.

Los miradores de el Albaicín

San Nicolás y San Cristóbal

Granada creció en esencia a los pies de dos grandes colinas. La colina roja acoge la Alhambra. La otra colina se encuentra enfrente, cruzando las aguas del rio Darro y es donde se encuentra El Albaicín.

Al viejo barrio, de callejuelas estrechas, plazas encantadoras y viejos aljibes de los que brota siempre agua fresca, ya le hemos dedicado un post, El Barrio Hispanomusulmán del Albaicín,  y hablado de sus miradores, el Mirador de San Nicolás y el de San Cristóbal, por lo que no nos pararemos más en ellos.

Miradores del Sacromonte

Mirador de San Miguel Alto

Pero hay un mirador no tan conocido como los anteriores pero incluso más espectacular. Quizás no sea tan conocido porque subir hasta él requiere un esfuerzo, pero cuando llegas te das cuenta que el esfuerzo merece la pena. Desde las lonjas de esta ermita que corona el cerro de Valparaiso se advierte una de las panorámicas más bellas e inéditas del conjunto monumental nazarí.

Al mirador de San Migue Alto se sube por la cuesta del Chapiz que es la calleja empinada que separa los barrios del Albaicín y del Sacromonte. Se interna por la placeta de Albaida y sube por las callejuelas angostas y viejas murallas hasta llegar a la ermita de San Miguel.

Desde la ermita de San Miguel Alto se domina Granada entera, la Alhambra al fondo y a los pies los barrios más populares de la ciudad de Granada, de la ciudad baja y la Vega al fondo.
El valle que el río Darro dibuja entre la colina roja y el cerro del Albaicín, permite contemplar a lo lejos la Catedral y las iglesias del siglo XVI.

Mirador de la Silla del Moro

El punto de partida para llegar a uno de los miradores más bellos de la ciudad, el Mirador de la Silla del Moro, es el Paseo de los Tristes, uno de los rincones más evocadores de Granada.

También desde aquí parte la cuesta de Los Chinos, la cual sube por la colina roja, dejando a un lado las murallas de La Alhambra y, al otro los límites del Generalife hasta llegara al mirador, adscrito al conjunto monumental.

Llegar hasta aquí es fácil ya que solo se ha de seguir un agradable paseo, que una vez coronada la cuesta de los Chinos, conduce al Atrio de la Alhambra. El camino deja a su derecha el cementerio y los Nuevos Museos y se interna por una pista de tierra sobre la cumbre del cerro del Sol.

El Mirador de la silla del Moro es uno de los miradores más bellos de una ciudad moteada de oteros y perspectivas únicas. Desde aquí las vistas son ……indescriptibles. Desde estas alturas las piedras de la antigua fortaleza Nazarí podrían contar la historia de amor de hombres y mujeres que se declararon frente a las murallas de la Alhambra. Dominando el monumental áulico, el Generalife y el valle del río Darro no solo se divisa la Alhambra y sus palacios interiores, también el cauce del río Darro. Las casitas blancas del Albaicín, la Vega y las montañas que ciñen la llanura del río Genil y el Sacromonte.

Historia del lugar

El origen del nombre de la Silla del Moro es incierto. Muchos dicen que se debe a la forma que tenían los restos arqueológicos en el siglo XVI, similares a un asiento o banqueta.

El lugar es una construcción de vigilancia o baluarte defensivo que protegió las acequias que llevaban el agua hasta la ciudad de Medina Azahara en Córdoba. Cien años después fue conocido como Castillo de Santa Elena, cuando cobijaba anacoretas. Luego, durante la dominación francesa se convirtió en plataforma de artillería y fue destrozada.

A mediados del siglo XIX el diplomático estadounidense Washington Irving mitificó el lugar al incluirlo en su obra Cuentos de la Alhambra, al poner en boca del protagonista que aquí los moros habían ocultados increíbles tesoros, que aún no han sido hallados.

Desde entonces fue un lugar de cita para los granadinos, escenario de encuentro de enamorados y de juegos para las familias de la ciudad y hoy, su recuerdo sigue siendo el mismo.

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