Caminando entre las hoces del Curueño

El río Curueño se abre paso por unas hoces estrechas y con impresionantes abismos entre Valdeteja y Mortuero, partiendo en canal la Montaña Central Leonesa.

Por este conjunto de hoces ya transitaron en su día los romanos, dejando para la posteridad una calzada romana de la que hoy en día aun quedan sus restos.
En esta ocasión os proponemos una ruta de película, pues eso no es solo por su belleza, sino por otro motivo. Y es que este mismo lugar podría ser la cuna del personaje de la obra literaria El Capitán Alatriste, héroe y capitán de los Tercios de Flandes. O eso pensó el actor Viggo Mortesen cuando visitó por casualidad la zona antes de protagonizar el personaje de Diego Alatriste, de la novela homónimo de Arturo Pérez-Reverte.

La primavera o el otoño, en época de deshielos, es la mejor época para visitar esta tierra. Porque aunque el rio Curueño puede disfrutarse casi en cualquier época del año, la fuerza de los torrentes amplifica el espectáculo natural en esa época del año. En verano, en cambio podrías disfrutar de la playa fluvial de Mortuerto.

Las Hoces del Curueño, un lugar de película…

Las Hoces del Curueño es un destino ideal para todos aquellos que quieran perderse en un viaje en el tiempo, con evocaciones medievales y literarias.

Y es que desde que el famoso actor paró por casualidad una tarde invernal en el pueblo de Valdeteja, concretamente en el bar Anabel, y observó la forma de hablar y de ser de los vecinos del lugar, pensó que estos tenían mucho en común con el personaje Alatriste.

Y así fue como en el transcurso de la preparación del personaje cuando se decidió que el lugar de nacimiento de este soldado español de ficción, ambientada en el siglo XVII , fuera alguna de las poblaciones flanqueadas por el discurrir del río Curueño.

Este hecho, un tanto fortuito, generó un nuevo interés en visitar este lugar, no solo como un lugar con un paisaje excepcional, sino también como excursión para conocer los pueblos en los que pudiera haber nacido el héroe de la película.

…y de novela

Pero las Hoces del río Curueño no son solo un lugar de película, también lo son de novela. Aquí también, en las orillas de este lugar, pasó muchos veranos de sus infancia el escritor Julio Llamazares, y lo recorrió de nuevo en 1981 para después escribir el memorable El río del olvido.

Ruta por los pueblos del lugar

Nuestro viaje arranca en la localidad de La Vecilla, a 47 kilómetros de la capital leonesa.
Desde ahí se enfila la LE-321 enfilando hacia Valdepiélago para recorrer el desfiladero trazado por el río Curueño hasta finalizar en el alto de Vegarada.

El río se va estrechando poco a poco para dar paso a unas desafiantes hoces, las hoces de Valdeteja, a la vez que deja al descubierto una de sus joyas patrimoniales, la calzada romana.

Calzada Romana y el castillo de Montuerto

La calzada romana fue construida en su día para salvar el puerto de Vegarada y comunicar León y Asturias. Aún hoy en día, se aprecia sus restos a lo largo del trayecto, sobre todo en el entorno de puentes medievales.

Uno de los tramos más importantes se localiza entre las localidades de Montuerto y Nocedo de Curueño. Entre ambos pueblos quedan los restos del castillo de Montuerto, desde donde se puede admirar una bonita vista del entorno y al fondo, Nocedo de Curueño, en las profundidades del desfiladero. Son más evidentes los restos de la ermita que se construyó en el patio de armas de la fortaleza donde hoy hay un sencillo camposanto.

Cascada de Nocedo y ermita de San Froilán de Valdorria

En ese primer tramo hay que hacer el primer alto en el camino para acercarse a la cascada de Nocedo, la cual se encuentra perfectamente señalizada junto a la carretera. Luego, un poco más adelante, encontramos un desvío que nos lleva a Valdorria, en lo alto de las hoces.

Desde ahí hay que seguir un camino a pie de unos veinte minutos que nos llevará a la ermita de San Froilán. Llamada así por ser el lugar elegido por el santo para llevar una vida eremita allá por el siglo IX. Son 365 escalones tallados en la roca que nos conducen a un lugar realmente espectacular donde parece imposible cualquier edificación ante la vertiginosidad de semejantes riscos.
Ayer era un centro para la meditación y el estudio de lo divino y hoy es el centro de una popular romería.

Puentes del Curueño

De nuevo en el trazado del Curueño nos esperan distintos puentes trazados en la época romana y reformados posteriormente en la medieval, por lo que muchos de ellos conservan la forma y piedras romanas.
Los que quedan en pie son un total ocho, construidos en su momento para dar servicio a la calzada que recorría el desfiladero. Los más sobresalientes son el del Ahorcado o del Verdugo, a la altura del desvío a Valdeteja, el de Lugueros en Valdelugueros, el cual tiene tres arcos o los de Cerulleda de arriba y abajo.

Llamazares

Continuamos la ruta, desviándonos a uno y otro lado del trazado para descubrir apartados pueblos de montaña como Arintero, Redilluela o Llamazares. En este último se localiza a un kilómetro del mismo una cueva, cuyo interior alberga espectaculares formaciones kársticas.

Cueva de Llamazares o de Coribos

La visita completa a la cueva lleva dos horas y media e incluye el sendero de acceso. La cueva abre los fines de semana, de Semana Santa a octubre y a diario en verano. Siempre con reserva previa en su web. La entraeda cuesta 15 €.

Otros lugares de interés en la zona

Ruta de los Fortines

La ruta de los fortines es un breve paseo circular de un kilómetro que enlaza dos de las construcciones defensivas levantadas para defender el paseo del puerto.

Los saltos del río Faro

Otro de los desvíos imprescindibles es el que lleva a la colección de saltos por los que rio Faro se descuelga desde su nacimiento hasta su encuentro con el Curueño.
El paseo de tres kilómetros discurre por una pista que arranca en redipuertas, donde se deja el coche hasta la cascada de La Requejá.
Se puede prolongar el paseo unos 900 metros hasta los prados de Faro y la Majá de Sidón.

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