Transitando por los Arribes del Duero zamoranos

Iniciamos un viaje espectacular por los Arribes del Duero que nos levará a dos capitales del vino, Toro, capital del vino zamorano y Fermoselle, capital del vino de Arribes.

Seguiremos el cauce del río Duero a su paso por tierras zamoranas ya que por tierras salmantinas ya lo hemos disfrutado. En estos ciento veinte kilómetros de camino que separan ambas poblaciones, en el que el río se va poco a poco encañonando, pasaremos por puentes históricos, visitaremos iglesias románicas y visigodas, disfrutaremos paisajes espectaculares de desde los miradores y conoceremos preciosas villas ribereñas.

Toro, punto de partida de nuestra ruta se encuentra a 32 kilómetros de Zamora y a 62 de Valladolid por la A-11 (autovía del Duero). Salamanca queda a 72 kilómetros de la CL-519

El otoño y primavera son las mejores estaciones para disfrutar de todo el esplender de este trayecto.

Toro

Toro es una ciudad con olor y sabor a vino, de hecho los vinos zamoranos acapara varias denominaciones de Origen; la DO Tierra de Vino de Zamora, la DO Arribes y la DO Toro.
El río Duero entra en la provincia de Zamora trazando una curva al pie de la ciudad de Toro. Escoltado por una hilera de álamos de color dorado en otoño, sobre el rio se alza un puente de unos 300 metros, llamado aquí romano, aunque sea medieval, como delatan sus 22 arcos ojivales.

El puente da acceso a la ciudad, la cual presenta muchas maravillas dignas de ver. La mejor panorámica se obtiene desde el paseo del Espolón, que une el Alcázar y la Colegiata románica.
En ella destaca su pórtico policromado de la Majestad que sorprendentemente conserva los colores originales del siglo XIII. La escena narra la vida de la Virgen, de Cristo y el Juicio Final, además de mostrar una serie de músicos que se han convertido en los típicos “souvenirs” de la zona de los turistas.
También destacan las iglesias mudéjares de San Salvador y San Lorenzo el Real y la de San Sebastián de los Caballeros.

A lo largo de la vieja muralla, se descubren algunos de los mejores palacetes de Toro, la animada Puerta del Mercado y el Arco del Postigo.
Pero su lugar más frecuentado son sus soportales de la plaza Mayor, y su prolongación la calle de la Puerta del Mercado, donde se junta la gente a beber su famoso vino de la tierra, alrededor de típicos toneles de madera. Si además se acompaña de jamón o tapas de morro, el placer sumun está servido. Más información…

Zamora

Aguas abajo se llega a la vetusta Zamora, una ciudad de iglesias y cigüeñas. La ciudad es llamada también la “bien cercada” por sus tres recintos amurallados que aún conserva, de los siglos XI y XIII.

La capital atesora un gran patrimonio arquitectónico. Prueba de ello son sus más de veinte edificios religiosos, lo que le hace ostentar el récord mundial de templos románicos en una ciudad. Entre ellos sobresalen la Catedral, con su cimborrio cubierto de escamas y la iglesia de la Magdalena, la más rica en ornamentación del románico zamorano.

Junto al castillo de Zamora, que data del siglo XI, se sitúa la sede del centro de arte contemporáneo Baltasar Lobo. En él se pueden ver las obras de este artista zamorano exiliado en Francia. Más de medio centenar de esculturas, además de dibujos, pinturas y fotografías. El grueso de la obra de Baltasar Lobo gira en torno a la ensoñación ideal del cuerpo femenino. Más información…

También destaca el Museo de Semana Santa, donde catar la esencia de esta celebración declara de interés turístico nacional y el Puente de Piedra del siglo XII.

Pero además Zamora atesora un desconocido patrimonio modernista, con 19 edificios de ese estilo, proyectados en gran parte por el arquitecto Francesc Ferriol Carreras, como las casas de Gregorio Prada, de Norberto Macho o de Juan Gato. Más información…

San Pedro de la Nave

Continuando nuestro trayecto por la carretera de Bragança (N-122) tomamos a 12 kilómetros el desvío señalizado a San Pedro de la Nave. Su iglesia, con sobresalientes sus capiteles visigodos del crucero del siglo VII, se libró de naufragar en aguas del embalse de Ricobayo. Y es que en 1930 fue trasladada piedra a piedra al pueblo de El Campillo.

Pino del Oro, Puente Pino y Villardiegua

En el siguiente desvío en dirección a Pino del Oro y Villardiegua de la Ribera, ya en los abruptos Arribes, llegamos al Puente Pino. Proyectado en 1895 por José Eugenio Ribera y ejecutado en 1914, el Puente Pino es un largo viaducto de 120 metros de luz que salva el Duero a 90 metros de altura, uniendo ambos pueblos. Dichos pueblos conservan además los vestigios de antiguas explotaciones auríferas romanas.

Puente Pino se asemeja a los puentes que Eiffel construyó en Oporto y Garabit pero mejorado, ya que este pesa 414 kilogramos por metro frente a los 6000 kilogramos de los puentes que proyectaba el galo.

Villardiegua de la Ribera es conocido por su Mula de Piedra, un verraco de la Edad de Hierro que es uno de los vestigios prehistóricos más notables de muchos que se encuentran a lo largo de todo el curso del río. A tres kilómetros del pueblo se encuentra el castro de San Mamede, que ofrece unas impresionantes vistas del encajonamiento del Duero.

Miranda do Douro

A partir de aquí se empieza a marcar más la frontera natural con Portugal, con cortados graníticos a cada lado del río Duero de hasta 400 metros de caída, y que es imposible de cruzar si no es a través de las presas. Una forma de hacerlo es mediante un crucero por el Duero. El barco zarpa todos los días y se coge en la localidad portuguesa de Miranda do Douro.

Ya que estamos aquí, hay que acercarse a Miranda do Douro, localidad de Miranda del Duero situada ya en el vecino Portugal. Correspondiente al distrito de Braganza, en la región de Tras-os-Montes, es una de las localidades más pintorescas del norte de Portugal, con un conjunto de calles empinadas, casas de estilo manuelino y su catedral.
También hay que admirar el Menino Jesús da Cartolinha , una talla de madera policromada del siglo XVIII que se encuentra en el interior de una vitrina de cristal en la Catedral con una amplia colección de trajes. Un verdadero ajuar.

Fariza y el Mirador de las Barrancas

Otra forma de conocer este gran cañón fronterizo es desde uno de los balcones más espectaculares de los Arribes, el mirador de las Barrancas. Situado cerca de la ermita de la Virgen del Castillo, en Fariza. Un camino conduce hasta este mirador, donde también se pueden contemplar algunas interesantes tumbas antropomorfas.

Fermoselle

Por último, nos acercamos a Fermoselle, un pueblo con aspecto de castro prerromano con solera que ha sabido conservar su encanto y que también nos brinda una buena panorámica.

En el pueblo destacan sus estrechas callejuelas empinadas de granito verdinoso y sus bodegas excavadas en la roca.

El antiguo convento de San Francisco, fundado en 1730, acoge la Casa del parque Natural de los Arribes, una visita indispensable para conocer este gran cañón ibérico, donde abundan águilas, cigüeñas y más de cien especies botánicas endémicas.

Ya en nuestro camino de regreso a Zamora nos pararemos en Pereruela, localidad famosa por la calidad de su cerámica, la cual compraremos para cocinar ya en nuestra casa, nuestras recetas castellanas.

Últimas Entradas

keyboard_arrow_up