Numancia, visitamos la ciudad que humilló a Roma

Muy cerca de Soria, concretamente a 7 kilómetros de la capital por la carretera de Logroño N-111 en Garray, se encuentran las ruinas de la ciudad celtíbera que durante veinte años humilló a Roma. Estamos hablando de Numancia, la pesadilla de Roma. Una urbe ubicada en un cerro, el de La Muela, en la confluencia del Duero y el Tera.

Hoy visitamos el área excavada-unas seis hectáreas- de la ciudad. Constituye la cuarta parte de lo que originalmente ocupaba la población, pero nos dará una idea de dos mundos que la habitaron. Por un lado el de la ciudad celtíbera que fue destruida por los romanos, y la romana, que se levanto sobre la anterior.
También visitaremos el aula didáctica del Cerco Romano de Numancia y el Museo Numantino de Soria.

Aunque cualquier época del año con buen tiempo es adecuada para visitar estas frías tierras, nosotros recomendamos ir el último sábado de julio. Ese es el momento en que se celebra en Garray la representación popular de las Guerras Numantinas. Las representaciones tienen lugar en un graderío permanente situado en el paraje de la hoya, en la misma ladera donde se escenifican episodios históricos. Más información…

Un poco de historia sobre la resistencia de Numancia

Numancia es el ejemplo de la resistencia al sometimiento. La resistencia que demostraron los numantinos -probablemente celtíberos arévacos -hasta el final, prefiriendo suicidarse que rendirse.
Para conocer esta historia tenemos que remontarnos al año 134 a.C. cuando del Senado romano decidió poner fin a la resistencia de Numancia, un enemigo pequeño pero que llevaba veinte años humillando a los cónsules romanos. En el año 153 a.C. a Fulvio Nobilior. En el 139 a.C. a Quinto Pompeyo. Y en el 139 a.C. a Hostilio Mancino.

Roma, para acabar de una vez con Numancia envió a Escipión Emiliano, el destructor de Cartago, el cual no cometió el mismo error que todos sus predecesores, intentar vencer a la inhóspita ciudad con la fuerza. Su estrategia fue más inteligente y paciente. Se trataba de asediar a los numantinos rodeando la ciudad con siete campamentos romanos unidos por un muro de nueve kilómetros, imposible de franquear por tierra. Tampoco buceando el cerco por el Duero, ya que también estaba blindado con rastrillos.

Escipión se sentó a esperar y once meses después entraba sin resistencia en Numancia. En sus calles se amontonaban los cadáveres de aquellos que se habían suicidado antes que rendirse. Unos cuatro mil muertos. Los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos y Numancia arrasada. De hecho, según algunos que sabes de topónimos, afirman que el nombre actual Garray significa “tierra quemada”. Sin embargo Numancia no murió, sino que sobrevivió al paso del tiempo,  por su historia, como la ciudad que luchó hasta el final y que nunca se rindió.

Los restos de las dos ciudades…

Con la caída de Numancia, se concluyó la anexión Celtíbera de la península, e Hispania pasó a ser una provincia romana.
Sobre sus ruinas se alzó una nueva urbe y por eso en las ruinas de Numancia no solo se descubre una ciudad, sino dos, la celtíbera y la romana.

La ciudad romana fue levantada sobre la primera, la celtíbera, respetando su trazado. Un trazado con una orientación este oeste para evitar los fríos vientos del norte.
Visitar las ruinas de Numancia es descubrir monumentos y lugares de gran interés que nos traen del recuerdo la vida paralelas de estas dos civilizaciones.

…y los lugares más interesantes del yacimiento de Numancia

Por un lado podemos observar por todas las partes del yacimiento, los molinos de mano que utilizaban los celtíberos para elaborar su dieta. Una dieta compuesta de pan y bellotas y complementada con una especie de cerveza, la caelia. Una bebida alcohólica elaborada con trigo fermentado.

Por otro lado se ven las típicas calles de aceras empedradas y pasarelas para cruzarlas sin mancharse. Termas, aljibes, desagües y toda clase de edificios públicos romanos.

La zona más interesante del yacimiento corresponde a la calle de ronda, donde se han reconstruido unos pocos metros de muralla y dos viviendas populares, una romana y otra celtíbera. Vamos a verlas al detalle.

Los molinos de mano

Los molinos de mano eran de dos tipos: simple, construido por una piedra fina en forma de barco circular, o con dos piedras acopladas que con su rotación molían el grano o las bellotas.

Muralla celtíbera y Puerta Norte

La ciudad estaba rodeada por una muralla de unos 3000 metros de longitud y unos 6 de grosor. Tenía una base de piedra de 3,5 metros de alto, adarve y estaba reforzada con torres y contaba con cuatro puertas en los puntos cardinales. Se ha reconstruido unos cuantos metros el tramo de la muralla, la de la puerta norte, defendida por dos torres cuadradas.

Desde lo alto se aprecia el control que los numantinos tenían tanto del exterior como del interior de la ciudad.

La típica casa celtibérica

La casa celtíbera parece un simple chozo pastoril de planta rectangular y techo de paja de centeno. Se encuentra dividida en tres estancias: Una dedicada a las labores artesanales, una de reunión familiar en torno al hogar y una más pequeña destinada a almacén o despensa, además de la bodega, donde se conservaban los alimentos.

La típica casa romana

A la casa típica romana se accede por un patio abierto con aljibe y horno de pan. La puerta de madera da acceso a un pequeño vestíbulo (con los molinos de mano y el telar) que facilita la entrada a la cocina y a las habitaciones. La última estancia estaba destinada a granero y almacén de utillaje agrícola y se comunicaba con un corral.

Barrio Sur y Casa de las Columnas

Nada tienen que ver esta la casa romana ni la celtíbera anterior con los restos que aparecen en el Barrio Sur. En esta zona de la ciudad, la más protegida y soleada del cerro, se encuentran las casas más cuidadas que trataban de emular el gusto romano de la época. Este barrio se superpuso al anterior de origen celtíbero.
Aquí, la Casa de las Columnas es uno de los mejores ejemplos del barrio sur, los restos de una casa patricia, con elementos arquitectónicos de influencia romana, de la que hoy en día solo se aprecia los restos de su patio porticado. U patio de columnas donde posiblemente algún día se sentara a leer obras de escritores y filósofos romanos un noble romano.

Los pequeños baños Romanos

Monumento inacabado a los héroes de Numancia de 1842 realizado sobre los restos de un caldarium doble (sala de baños caliente) perteneciente a unas pequeñas termas de época romana.

Edificio público y Desagüe

Sobre la ciudad celtíbera se construyó una romana mejorada. Se construyeron casas con mayores dimensiones, como un edificio público situado en la zona central con dos alturas y patio porticado. También se construyó un desagüe que, aprovechando la pendiente, sacaba los vertidos de la ciudad.

Aljibe y encrucijada de Calles

Se puede ver un aljibe con escaleras en el patio de una casa. En la encrucijada se observa cómo la ciudad estaba planificada para protegerse del fio viento del norte.

Aula didáctica el Cerco Romano de Numancia

El aula se encuentra en las antiguas escuelas de Garray y explica con maquetas y audiovisuales cómo fueron los últimos días de la ciudad de Numancia.
A su entrada nos encontramos con un ariete romano con cabeza de carnero de bronce. Dentro hay dos salas enfrentada que simulan la confrontación de dos mundos, el celtíbero y el romano. Ambos están separados por la recreación simbólica del muro del cerco, que es necesario atravesar para pasar de un lado al otro.

Museo Numantino de Soria

 

El Museo atesora los más valiosos hallazgos efectuados en los yacimientos de la provincia. Aunque hay numerosas piezas procedentes de Tiermes, Uxama, Ucero y otros enclaves, destacan por su belleza y cantidad las del yacimiento de Numancia.

Las salas dedicadas a la exposición permanente presentan la historia de la provincia de Soria de forma cronológica a través de los restos arqueológicos. Un ejemplo es la bella estatua de bronce de Apolo, copia de la original del siglo I, que fue hallada en Termes y se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.

De las cerámicas pintadas destaca el vaso de Toros, cuya decoración recuerda vivamente las obras de Picasso. Otro valioso tesoro es la fíbula del Caballo, la pieza más conocida del museo y uno de los símbolos de Soria.

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