El Mirador del Cañón del Leza y otras sendas

La senda a través del cañón del río Leza esconde no solo las huellas del pasado, reflejadas en las icnitas de los dinosaurios sobre sus rocas. También esconde una fauna sorprendente, dominada desde las alturas por el buitre leonado.

A los dos lados del cañón se levantan dos imponentes laderas casi verticales de unos 700 metros. Alrededor se agrupan pueblos tan antiguos como solitarios; Trevijano o Soto de los Cameros son un ejemplo del reflejo del pasado, donde existía una larga tradición trashumante.

La tranquilidad reinante y la espectacular naturaleza que los rodea, hace de ellos lugares para admirar el paisaje o disfrutar de sus ríos y pozas. Senderismo o barranquismo, tú eliges.

La Rioja es la región de los “siete valles”

Porque son siete los ríos que la riegan; Tirón, Najerilla, Iregua, Leza, Cidacos, Alhama, Oja y Ebro, al cual van a parar todos. Cada uno de ellos da a esta tierra un valor singular; El Oja le da nombre. Cerca del Najerilla se encuentra el monasterio de Nájera, donde descansan de forma eterna, reyes y reinas del pasado. El Iregua y el Cidacos dan de beber a hombres y huertos y este último cuenta con aguas termales. El Leza también riega los campos pero además atesora una gran belleza. Esta belleza la podemos admirar perfectamente desde la terraza del albergue de Soto de los Cameros o desde el Mirador del Torrejón, situado a tan solo dos kilómetros de él.

Soto de los Cameros, en busca del mirador del cañón del Leza

El pueblo de soto de los Camelos es el punto de inicio de todas las rutas que recorren el cañón del Leza. Aquí puedes visitar su puente del siglo XVI, el actual Ayuntamiento (antiguas escuelas), la ermita barroca de la Virgen del Cortijo y la iglesia parroquial de San Esteban.

En Soto de los cameros tienen fama sus mazapanes que llevan elaborando de forma artesanal la misma familia durante cuatro generaciones.

En torno a Soto de los Cameros hay seis sendas señalizadas en su entorno, como la ruta del Mirador del Cañón del Leza o la de la Fuente de los Caños que permite recorrer el pueblo y su entorno en unos 45 minutos.

Otras sendas

La senda del Mirador del Torrejón

Senda sencilla de unos dos kilómetros (solo ida).

Se inicia en un parquecito con fuente que hay a la salida de Soto en Cameros yendo hacia Logroño.

La senda está bien señalizada con varios paneles informativos sobre esta y otras rutas a pie.

Podemos regresar sobre el mismo camino o alargar la excursión un poco más (tres horas en total) tomando un desvió que vuelve por el fondo del cañón, si es que no es primavera. En primavera, cuando el río lleva bastante agua, caminar por él se vuelve complicado y mejor es enfundarse el neopreno y hacer barranquismo contratando los servicios de alguna empresas de la zona.

Un plan excelente en verano, época en la que además se celebran multitud de fiestas de pueblo. En estas fechas los pocos habitantes (unos 2,5 por metro cuadrado) se multiplican por diez y la sierra recobra la alegría de antaño, cuando después del invierno regresaba la ganadería trashumante.

Si eres amante de las aves aquí encontrarás un lugar excepcional para admirarlas. Sobrevolando el Mirador se observan cientos de buitres pero también otras especies, alimoches, halcones, búhos reales etc. No es de extrañar pues que esta sea una Zona de especial Protección.

La senda de las Icnitas de dinosaurio

Ruta a pie señalizada que lleva de Soto en Cameros a los yacimientos de soto 1 y Soto 2, donde a finales del siglo XX se descubrieron numerosas huellas de dinosaurios.
Es una ruta circular de 9,4 kilómetros y cuatro horas que pasa también por la ermita de la virgen del cortijo, la sima del Chorrón y los corrales de Playerne y Zorraquín.

La senda de Trevijano

Esta es la ruta más larga de las que hay señalizadas. Va desde Soto de los Cameros al pueblo de Trevijano, un alto y bonito lugar que cuelga a 1012 metros de altura sobre el río Leza.

Habitado en su día por los ganaderos trashumantes hoy es un pueblo solitario. Uno de sus grandes atractivos es su nevera, un pozo de piedra de 10 metros de profundidad y 7 de diámetro donde se almacenaba la nieve en invierno para usarla el resto del año. A la nevera se llega andando por una senda señalizada desde la ermita del Santo Cristo.

La ruta comprende un recorrido circular de 15 kilómetros y seis horas que pasa por el collado de Mayo, donde hay un sepulcro megalítico.

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