Comenzamos una ruta por el entorno del Parque Natural del Garraf que nos lleva desde la bohemia y atemporal Sitges al encanto marítimo de Vilanova i la Geltrú. En nuestro camino pasaremos por un conjunto de hermosas localidades costeras. Comenzamos nuestro particular viaje.
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Visitando Sitges
Sitges es una ciudad inconfundible, pues su iglesia de Sant Bartolomeu y Santa Tecla caracterizan cualquier panorámica que se obtenga de la ciudad. En toda la ciudad se respira un inconfundible aire mediterráneo. Costas y playas repletan su geografía y monumentos como la ermita de Sant Sebastiá, el Palau de Marice o el Cau Ferrat aportan un plus de atractivo a la ciudad.
Cau Ferrat fue la casa-taller de Santiago Rusiñol y como tal, contiene colecciones de arte antiguo y moderno reunidas por el artista La entrada es combinada con el Museo Maricel
Palau de Maricel de estilo modernista, entre sus salas destaca el majestuoso Saló d´Or, las terrazas y el claustro. El conjunto arquitectónico y artístico del Museo de Maricel, a la orilla del mar, ofrece un recorrido completo y heterogéneo por la historia del arte, desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX.
También aquí se pueden disfrutar de hermosas vistas desde el mirador Miguel Utrillo y contemplar el bonito racó de La Calma. Otro buen plan es pasear por el puerto de Aiguadolc y el paseo marítimo.
Las rutas por el Garraf
Siguiendo la GR5, dejando atrás Sitges y adentrándose por el parque natural del Garraf accedemos al diminuto pero espléndido pueblo de Olivella.
Antes de llegar, conviene pararse en el enclave de la Masia La Fassina ya que desde aquí se organizan a pié o en bici rutas por la naturaleza circundante. Las caminatas a través del espacio protegido están centradas en geología, fauna, flora o ecología.
De las distintas rutas destacamos dos. La primera es la que conduce al a las ruinas del antiguo pueblo de Jafra, al que se le atribuyen enigmas y misterios, de ahí su popularidad. La otra, la que rodea el Castell Vell es la que aglutina mayor patrimonio natural y arquitectónico. El Castell Vell es una antigua fortificación milenaria que se alzaba en la cima del Puig del Molí, a 304 metros de altitud.
De camino a Sant Pere de Ribes
Tomando la carretera BV-111 llegaremos a Sant Pere de Ribes. Aquí destaca la opulencia arquitectónica con la que los indianos sembraron la ciudad. El primer asentamiento llamado Sota-ribes y presidido por el castillo de Bell-lloch data del año 990. En el siglo XVI se originó el núcleo que hoy en día se conoce como el barrio del Palou.
Fue en los siglos XIX y XX cuando como consecuencia de las adversidades económicas de la época mucha población local emigró a América. A su regreso trajeron enormes fortunas con las que levantaron sus casas de indianos. Destacan las ubicadas en la calle del Pi, la plaza Marcer o el Barrio de Palou. Por su parte, la fuente modernista de la plaza de la Font, obra de Josep Font i Gumá, conmemora la llegada del agua canalizada al lugar, realizada con ese capital americano.
Es imprescindible para un foodie no abandonar la localidad sin pasar antes por alguna de las bodegas cuyas vides tapizan las planicies circundantes. Dos de las célebres bodegas de Sant Pere de Ribes que abren sus puertas a las visitas, son Torre de Veguer y Vega de Ribes . Las visitas incluyen recorridos por los viñedos, historia de su elaboración y degustación de vinos.
Llegando a Vilanova i la Geltrú
Abandonamos Sant Pere de Ribes tomando la carretera BV-2112 dejando a la derecha la finca Mas Solers, el antiguo Casino de Barcelona, de estilo modernista. Hoy en día es un impresionante espacio consagrado a la celebración de eventos.
Llegamos a Vilanova i la Geltrú donde su ambiente auténtico y marinero lo envuelve todo. Su puerto pesquero es el mayor de Cataluña en número de capturas. Para un foodie es obligada la visita a su lonja, entre las 8 y las 15, que es cuando van regresando los barcos de faenar.
El puerto permanece activo desde que en el siglo XIV el rey Pere III autorizara la actividad del comercio marítimo hasta hoy.
No podemos abandonar el lugar sin visitar alguno de estos dos lugares:
-Las Cuevas del macizo del Garraf. Pasado Castelldefels, en dirección a Sitges a la altura de la urbanización Rat penat, un sendero profundiza en este espacio sorteando hondas simas, cuyas profundidades conforman algunas de las mecas más codiciadas por los espeleólogos. Se trata de las cuevas verticales que se abren paso a través de la roca y en las que se aconseja ir acompañado de un guía local. El GR 92 de Plá De Querol a Morella, además de disponer de la mayor concentración de simas, ofrece unas vistas panorámicas sobre la montaña y el mar absolutamente inigualables
–El Museo del Ferrocarril de Cataluña en Vilanova i la Geltrú, acoge la colección de locomotoras de vapor más importante de Europa