Hoy, recorreremos la Ruta de la Piedra y el Agua en el valle de O Salnés, además de visitar el monasterio de Armenteira. Además de esta joya arquitectónica el lugar nos regala uno de los mayores tesoros naturales. Se trata de un bosque, de los más bellos de Galicia, donde antaño, el agua del río Armenteira movía los molinos que se agolpaban a lo largo de su curso.
La ruta entremezcla la cultura tradicional en un entorno paisajístico único. Pasaremos por la Aldea Labrega, un pueblo con un conjunto escultórico de granito digno de admiración. Acabaremos en el monasterio cisterciense de Armenteira, fundado por un abad, Ero en el siglo XII, que tuvo un extraño sueño es estos parajes y que luego fue santificado.
El punto de partida de la ruta a pie se encuentra señalizado a 300 metros de la salida 9 de la autovía do Salnés. Desde la ciudad de Pontevedra hay unos 20 kilómetros.
La primavera y el otoño son las mejores épocas para visitar la zona ya que es cuando el río Armenteira baja con caudal de las lluvias y el bosque de hoja caduca se viste de llamativos colores.
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Ruta de la Piedra y el Agua
La Ruta de la Piedra y el Agua (sendero PR-G 170), es un camino sencillo y entretenido de tres horas de duración ida y vuelta. Ideal para realizar en familia al estar perfectamente señalizado con letreros, paneles informativos y marcas de pintura.
Discurre por el cauce del río Armenteira y es seguida no solo por senderistas , corredores y ciclistas sino también por vecinos del valle y peregrinos, ya que por aquí pasa la variante espiritual del Camino Portugués.
Inicio de la ruta
Se inicia en la salida 9 de la autovía del Salnés, en la rotonda que hay al inicio de la carretera EP-5097 que sube a Armenteira, donde hay un aparcamiento para deja el coche.
A lo largo de su recorrido, siempre por las orillas del rio además de adentrarte en el bosque y ver cascadas de agua, puedes descubrir los pequeños molinos que antaño se utilizaban para obtener harina de maíz, principalmente, movidos por la fuerza del agua.
Inicialmente había 53 molinos. Hoy muchos aún están en ruinas pero otros que se ven a lo largo de la ruta han sido restaurados y tienen su nombre escrito en la puerta (Muiño da Avispa, do Xordo, …). La repisa a un metro del suelo es lo que le llamaban pousadeiro, un lugar para cargar y descargar los sacos sin demasiado esfuerzo.
Diez minutos después de comenzar la ruta, veremos un montón de molinos seguidos de una cascada. Se trata de los molinos de Serén. Al lado de ellos se encuentra la Aldea Labrega, a 500 metros del inicio de la ruta, junto al área recreativa.
Punto intermedio, La Aldea Labrega
La Aldea Labrega es un conjunto escultórico creado por la Escuela de Canteiros, en la que se recrean numerosos elementos de la cultura popular gallega. Una auténtico pueblo gallego de granito pero a escala. Cuenta con su hórreo, su iglesia románica, cruceiro, pozo, lavadero….incluso con habitantes, como un niño con tirachinas o una cerda amamantando a sus cochinillos.
Ya a medio camino encontraremos una roca donde aparece la inscripción de “Reo de amor”. Se cuenta que en ese lugar un vecino de Couso se mató tirándose al río por amor, o más bien por falta de él. Parece que en ese punto el río parece manso pero a partir de él, en su tramo más alto y encajado se vuelve más salvaje y en continua cascada. Lo cierto es que hay tantos molinos en su parte superior como inferior, alguno de ellos incluso fue un aserradero.
Final del sendero, el Monasterio de Armenteira
Al final del sendero, con el monasterio a la vista, se encuentra un busto de Gonzalo Torrente Ballester. El escritor se inspiró en la iglesia del monasterio para la suya literaria, la de Castroforte de Baralla, donde discurre La d¡sga/fuga de J.B. Y es que Armenteira es pura inspiración.
Cuentan las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio que el abad fundador del monasterio de Armenteira en el año 1151 Ero tuvo un sueño. Estaba en el monte cuando el cantar de un mirlo le produjo somnolencia, quedando dormido. Cuando se despertó se dirigió al monasterio, pero al llegar nadie lo reconoció, ni tampoco el reconocía a los monjes que lo habitaban. Y es que el sueño había durado 300 años.
Realidad o no, el hecho es que ochocientos años después de su fundación, en 1989 fue repoblado por monjas, tras haber sido abandonado previamente en 1937 y recuperado por Carlos Valle-Inclán, el hijo del escritor que se inspiró en el lugar para escribir “Aromas de Leyenda”.
Sin embargo, el monasterio ha conservado intacto a lo largo de los años todo su encanto. Una austera iglesia cisterciense inmersa en un espectacular bosque gallego de robles, tilos, castaños, sauces, avellanos, laureles y alcornoques. Una estampa idílica donde se siente en estado puro la más serena naturaleza, en el canto de los mirlos y en el sonido del río Armenteira. Durante su visita se puede aprovechar para adquirir los jabones con aceites vegetales que elaboran sus monjas. Más información…