El barrio hispanomusulmán de Albaicín

El barrio de Albaicín nace a orillas del río Darro, uno de los tres ríos que junto al Genil y Beiro posee Granada.

Siguiendo el curso del río Darro

Quizás este sea el río más bello de los tres. Entra en Granada encajonado a los pies del valle de Valparaiso para después calmar su caudal en el paseo de los Tristes. Tras dibujar un suave meandro a la altura del tajo de San Pedro, el río desciende en paralelo por la Carrera del Darro hasta la altura de la Iglesia de Santa Ana y de Plaza Nueva, derramándose en el Genil.

En la Carrera del Darro se encuentran dos puentes de piedra, el Cabrera y Espinosa, que unen esta orilla de Granada con los barrios de Churra y la Antequeruela.

La empedrada y protegida del río por un murete Carrera de Darro corre paralelo al río. A lo largo de ella se suceden los palacios barrocos, algunos de ellos con pinturas murales en sus fachadas, conventos como el consagrado a Santa Clara y casonas como las de Castril que acoge el Museo Arqueológico.

En ella también abre sus puertas el Bañuelo, un baño árabe del siglo XI considerado el más antiguo y mejor conservado de toda la península ibérica. Destacan sus espectaculares lucernarios de forma hexagonal y estrelladas que llenan de luz infinita la estancia.

Transitando por El Albaicín

Transitando por cualquiera de las callejuelas estrechas y umbrías de Albaicín encontramos sitios sorprendentes. Un ejemplo es el Maristán, un viejo hospital situado junto al convento de la Concepción.

En sus calles empradas aún podemos admirar casas de arquitectura hispanomusulmana, como la de Zafra y Horno de Oro, que junto al ya mencionado Bañuelo forman parte de la conocida Dobla de Oro. Representaciones ambas de la cultura nazarí, contienen albercas y estancias decoradas con yeserías, arquerías y arabescos.

Siguiendo nuestra ruta patrimonial nos dirigimos al barrio alto para tropezar con la calle de San Juan de los Reyes, columna vertebral del Albaicín al dividir este barrio en dos. Sobre esta calle destacan los cármenes, construcciones heredadas también de la arquitectura hispanomulsulmana pero a su vez romana.

En Albaicín Alto se encuentra el Palacio de Dar Al-Horra el cual fue residencia de la sultana Aixa, esposa legítima de Muley-Hacén, padres de Boabdil, último sultán de Granada.

El edificio está distribuido alrededor de un patio central con un estanque rectangular en el centro. En uno de sus laterales hay una torre-mirador desde donde se divisa una hermosa vista hacia el cerro de San Cristobal y el poniente de la capital. El resto de dependencias dan al patio.

Llegando al Mirador de San Nicolás

Es curioso, pero aquí parece que todos los caminos nos conducen al Mirador de san Nicolás, que toma su nombre de la iglesia mudéjar del mismo nombre.

Mirador de San Nicolás

El Mirador de San Nicolás es uno de los más frecuentados de Granada. Se encuentra frente a la vieja iglesia de San Nicolás, de origen mudéjar y es uno de los miradores más bellos de España. Desde él se contempla un paisaje único. Desde la terraza del restaurante El Huerto de Juan Ranas podrás disfrutar de la mejor cocina andaluza mientras contemplas una estampa de postal casi inenarrable. Enfrente, de izquierda a derecha primero nos encontramos sobre la colina roja, con el Generalife. Luego las murallas de la Alhambra, la torre de Comares, la Alcazaba y la torre de la Vela. Coronando semejante estampa, las cumbres de Sierra Nevada, con el pico Veleta dominando el macizo montañoso.

La antigua mezquita, ahora Iglesia de El Salvador queda al lado y unas calles más allá atravesando el Arco de las Pesas se haya la Plaza larga.
La Plaza larga es tremendamente bulliciosa por las mañanas, pues allí se sitúan los puestos de frutas y flores pero se vuelve silenciosa por las tardes. De esta plaza parten dos caminos; El que conduce a la cuesta de Alhacaba y al Mirador de San Cristóbal, que también toma su nombre de la Iglesia del mismo nombre donde se encuentra, en la Plaza de San Cristóbal, una plaza abierta al paisaje.

Mirador de San Cristóbal

Desde allí se divisa a sus pies la ciudad y a lo lejos, frente a ella la ancha Vega. Además, en los días claros se divisan las montañas de Poniente y las cumbres que ocultan la Axarquía Malagueña.

El otro camino desciende por las calles del Barrio de Albaicín hasta la Plaza de San Miguel Bajo, donde se alza la Iglesia homónima, entre naranjos, cipreses y veladores.

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