Visita indispensable para disfrutar del enoturismo, las Bodegas Real se remontan a tiempos de la Reconquista, cuando se construye la Finca Marisánchez. A lo largo de los siglos va cambiando de propietarios, hasta que en 1984 la familia Barroso la convierte en bodega. En sus instalaciones se encargan de que el producto manchego se fusione con el “château”, algo posible gracias a sus 300 hectáreas de viñedo, donde cultivan 10 variantes de uva.
La Bodega Real también ofrece paseos guiados al viñedo y a las instalaciones, por no mencionar sus catas concertadas. Aquellos sin cita previa pueden intentar buscar mesa en su magnífico restaurante: “El Umbráculo”.

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