El Valle de Lozoya, donde se encuentra el Monasterio de Santa María del Paular, se encuentra a 2,5 kilómetros de Rascafría y a 100 de la ciudad de Madrid. Para llegar hay que tomar la salida 69 de la A-1 y continuar por la M-604.
Aquí, encontraremos naturaleza y arte, envuelto todo ello en una atmósfera de silencio.
Arte porque en el Monasterio podemos admirar una colección fascinante de 56 cuadros sobre la vida de los Cartujos. Una Orden que llegó a sumar 30 monjes en el lugar, junto a más de 500 colonos, hasta la desamortización de 1835.
Naturaleza porque aquí también podremos descubrir rutas de senderismo maravillosas.
Por todo ello, la mejor época del año para visitar la zona es en primavera, porque además del Monasterio, hay que visitar el Puente del Perdón y las Cascadas del Purgatorio, y es en esta época del año cuando la cascada exhibe todo su esplendor.
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Monasterio de Santa María del Paular
Situado junto al río Lozoya se encuentra el Monasterio de Santa María del Paular. Fundado por los cartujos en 1390, fue la primera cartuja del reino de Castilla y así permaneció durante 450 años hasta que en 1954 fue repoblado por los benedictinos.
Colección pictórica
En su claustro mayor del monasterio se puede ver la colección de 56 cuadros de Vicente Carducho sobre la historia de los cartujos y su fundador, San Bruno.
Los primeros 27 cuadros ilustran la vida del santo. Los siguientes se dedican a los hechos más notables de los cartujos en diferentes lugares de Europa. Los últimos relatan la persecución y martirio a los que fueron sometidos algunas de sus comunidades durante los siglos XV y XVI.
Los lienzos situados en las cuatro esquinas del claustro ponen de relieve el misticismo barroco frente a la oración, martirio, milagros y visiones extáticas.
Autor y éxodo de los cuadros
El autor, Vicente Carducho fue el pintor más reconocido en la corte madrileña a principios del siglo XVII.
Este maestro de la pintura nacido en Florencia dominaba las técnicas pictóricas para realizar cuadros de grandes dimensiones; espacio, capacidad narrativa, escala humana, expresividad y color. Por ello fue elegido para realizar esta serie de cuadros como si fueran una pintura mural. Trabajo que le llevó seis años desde que firmó el contrato en 1626.
Los cuadros permanecieron en el monasterio hasta 1835, cuando fueron a integrarse, primero en el Museo Nacional de Pintura y Escultura de Madrid y luego, cuando este cerró en los fondos del Museo del Prado.
El tamaño de los cuadros hacía que no le fuese fácil encontrarles ubicación, por lo que durante años fueron cedidos a distintos museo e instituciones españolas.
El Prado decidió volver a reunir la colección durante 200 años y reubicarla en 2011, después de restaurarla, en su emplazamiento original, excepto dos obras que no fue posible restaurar y otras dos desaparecidas en Tortosa durante la Guerra Civil.
Hoy en día las pinturas son la mayor atracción del monasterio.
Otros atractivos del monasterio y alrededores
La visita guiada por el monasterio incluye la iglesia-donde destaca la reja isabelina, el retablo de alabastro policromado y la sillería plateresca-, la sala capitular, la capilla de los Apóstoles, el Transparente, la sacristía, el comedor y el claustrillo.
En el ajardinado y soleado claustro del monasterio de El Paular se pueden contemplar dos originales templetes, uno que cobijan una hermosa fuente y otro que protege un hermoso crucero renacentista.
En el exterior, adosado al monasterio está el que fuera palacio de los Trastámara, una construcción que ha intentado convertirse en parador/hotel. El palacio conserva la portada plateresca original del conjunto realizada por Rodrigo Gil de Hontañón, y la pequeña capilla de los Reyes o de Montserrat.
Puente del Perdón
Enfrente del palacio se encuentra el Puente del Perdón. Parece ser que el puente debe su nombre a que por él transitaban los prisioneros del Medievo cuando eran conducidos a la cercana casa de la Horca y aquí en ultimísima instancia podían apelar su sentencia y ver conmutada su condena si el tribunal la consideraba injusta.
Está situado enfrente al monasterio. Lo construyeron los monjes para sustituir uno de madera y facilitar así el acceso a la fábrica de papel de la finca de Los Batanes, de donde procedía el papel con el que se imprimió la primera edición del Quijote.
Junto al puente se encuentra el Arboreto Giner de los Ríos y un centro de educación ambiental e información. Desde aquí arranca una de las rutas más transitadas y hermosas del valle de Lozoya, la que nos lleva tras unos seis kilómetros a las cascadas del Purgatorio. Un conjunto de dos cascadas sucesivas que forman las aguas del arroyo del Aguilón, uno de los más caudalosos afluentes del río Lozoya, al precipitarse por una grieta abierta entre farallones rocosos.
Ruta a las Cascadas del Purgatorio
El itinerario, de dificultad media y 6 kilómetros de recorrido (unas dos horas) discurre entre robledales y vegetación de ribera.
El camino está perfectamente marcado pues se han colocado unas estacas en las que figuran las siglas RV6. Es una pista asfaltada hasta el área recreativa de Las Presillas, donde existen unas piscinas naturales. Desde allí se convierte en una pista de tierra sencilla.
La ruta discurre por robledales y pinares hasta cruzar un puente de madera, y desde aquí se sigue el curso del arroyo. Luego la senda se va encajando entre paredes verticales y fuertes pendientes hasta llegara a las cascadas.
Otras rutas por el Parque Natural de Peñalara
Además del recorrido a la Laguna de Peñalara hay otros recorridos maravillosos: El paseo que une Rascafría con el Paular, siguiendo el curso del Lozoya. La ruta que lleva al bosque de Finlandia por el camino del papel, al valle de la Angostura, al Camino Viejo de Madrid, al bimilenario tejo de Barondillo o al pico de Peñalara, el más alto de toda la región.