En el Parque Regional de Calblanque se encuentran algunas de las playas más bellas y solitarias de España. El Parque regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila es el nombre completo de este espacio protegido del extremo oriental de Murcia y en el término de Cartagena.
Situado a cuatro kilómetros al sur del mar Menor, al doblar el cabo de Palos, la costa presenta un perfil más salvaje, totalmente distinto al turístico Mediterráneo.
El parque cuenta con un centro de visitantes en el paraje de Las Cobaticas (649 227582) y con una red de senderos señalizados.
Este espacio bellísimo es ideal para hacer senderismo entre las dunas, playas kilométricas, calas escondidas, acantilados, antiguas salinas y tranquilos tramos de vegetación donde crecen entre otras especies pinos carrascos y las conocidas sabinas moras o araar (ciprés de Cartagena), árbol endémico característico de la zona. Un árbol prehistórico que poblaba gran parte de Europa y del que hoy solo quedan unos 2000 ejemplares, todos ellos refugiados en esta cálida sierra litoral.
Tabla de contenidos
El acceso a Calblanque
De Murcia a Cartagena se va por la autovía A-30. Siguiendo luego por La Manga (RM_12) hasta coger el desvío a Calblanque (salida 10), que aparece señalizado pasado Los Belones.
Partiendo de Murcia la distancia a Calblanque es de 71 kilómetros. Desde Cartagena hay 32 kilómetros, aproximadamente una media hora.
Descubriendo los arenales de Calblanque
Como su nombre indica Playa Larga es el arenal más extenso del Parque natural, con 600 metros de longitud sin ninguna casa a la vista. Si consideramos las inmediatas playas de Punta Seca y Las Cañas el arenal alcanza los 900 metros.
Al este se encuentra una duna fósil y las viejas salinas de Rasall, donde se pueden observar aves nidificantes, como, el flamenco, la cigüeña y el tarro blanco e invernantes, como la avoceta y la gaviota Andouin. También en sus aguas vive el fartet, un pez pequeño pero carnívoro y que se encuentra en peligro de extinción.
A continuación también hay otra playa Calblanque, que se llama como el parque .
Al oeste descubrimos escondidas tras un promontorio las solitarias calas Parreño.
El Sendero del Mirador de Punta Negra
El camino más espectacular del parque Natural es de aproximadamente una hora y cuarto (solo ida).
Parte del aparcamiento principal cubierto de Calblanque, al lado de playa Larga.
Durante el periodo estival existe una regulación de accesos para vehículos de motor.
Como coincide con el sendero de gran recorrido GR92, o sendero del Mediterráneo, está señalizado con marcas de pintura blanca y roja.
Desde allí se atraviesa hacia el este un bosque de sabina mora (Tetraclinis articulata).
Caminando hacia el este, bordeando las salinas de Rasal, la playa de Calblanque ( o la pista que va paralela a ella) y las calas de Arturo y Magre.
Tras un kilómetro se alcanza la base de la grisácea Punta Negra, donde una senda peatonal nos conduce a la costa abrupta donde se encuentra la cala Déntones y punta Espada.
Esa misma senda es la que siguieron antaño, desde los íberos hasta el siglo XIX, los buscadores de plata, cobre y estaño. Por eso está plagada de pozos y montones de desechos de color rojo, ocre y amarillos.
Luego la senda se encarama hasta completar el paseo de unos 50 minutos al mirador de Punta Negra. Aquí encontramos pasos estrechos pero seguros sobre los acantilados y pozos mineros anegados de agua marina.
Al doblar el saliente ya podemos avistar el faro de cabo de palos y más cerca el paseo nos conduce hasta llegar a las vecindades de Cala Reona. Aquí las urbanizaciones ponen fin a la costa salvaje y a este paseo.
Contemplar el mar desde los acantilados de Cala Reona y relajarnos en cualquiera de sus calas son dos planes estupendos para terminar esta jornada.
Otros atractivos de la zona
Otro día tendremos que coger el coche y llegar a Cabo de Palos, puerto y el faro.
El faro, de unos 51 metros de altura (81 sobre el nivel del mar), ilumina Cabo de Palos desde 1865 y las aguas de la reserva marina de las islas Hormigas, cuyos fondos son los más ricos y mejor conservados del Mediterráneo.
En ellos descansan muchos pecios que naufragaron como el Sirio, un trasatlántico italiano que se hundió en 1906, cuando se dirigía a América, cargado de emigrantes, o el Naranjito, que lo hizo en 1946, cargado de naranjas.
Por todo ello, esta es una zona ideal para practicar submarinismo. También en el entorno de Cabo de Palos se puede bucear en Calafría, una de las reservas marinas más importantes del Mediterráneo.
Aquí existen clubes de buceo que ofrecen bautizos e inmersiones como Islas Hormigas, Naranjito y Mangamar.
Además de tomar el sol y bañarse, esta zona es ideal para los deportes náuticos como el kitesurf y el surf. Con el viento de poniente las condiciones son idóneas para los saltos Freestyle, mientras que el levante brinda olas increíbles para surfear.
Y después de tanto quemar calorías, podrás reponerte degustando el caldero, un plato típico marinero que se sirve en muchos de los restaurantes de la zona.
