Existen distinta formas de traspasar fronteras entre países. Una de las más pintorescas la podemos experimentarla entre España y su vecino Portugal. Desde la localidad onubense de Sanlúcar de Guadiana, la forma más fácil de llegar a Portugal es deslizándose por una tirolina transfronteriza. Esta es la primera del mundo, de poco más de setecientos metros que uniendo las dos orillas del Guadiana nos lleva directamente a la población lusa de Alcoutim.
Un trayecto para llegar de una población a otra, de apenas un minuto volando suspendidos de un cable de hierro sobre el río Guadiana.
Un recorrido de tan solo 720 metros, que de otra manera se convertirían en 120 kilómetros y nos llevaría unas dos horas por tierra firme.
Iniciamos hoy una aventura excitante como nunca antes hemos vivido. La única condición para experimentarla es tener más de trece años. Eso, no tener miedo a las alturas y querer pasarlo muy bien, pues no se requiere ningún requisito previo, ni experiencia alguna ni ninguna otra cosa.
La empresa Límite Zero ha puesto en marcha un viaje por los aires a 720 metros, que se recorre a unos cincuenta segundos. El trayecto cuesta a partir de 18€, incluyendo un billete de vuelta e embarcación. Aunque la tirolina abre todo el año, este rincón de Huelva en verano es más caluroso que la costa, por lo que es recomendable visitarlo en primavera o otoño.
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Qué ver en la vertiente española
Sanlúcar de Guadiana, punto de partida de nuestra aventura, es un pueblecito de estrechas y serpenteantes calles empedradas, de casitas blancas con tejados de teja a dos aguas de puertas y ventanas de vivos colores.
Un pueblo blanco ubicado en el extremo occidental de Huelva, entre el océano Atlántico y la sierra de Aracena.
El pueblo se halla a treinta kilómetros de Ayamonte y a cincuenta de Huelva.
La capital onubense está unida a Sevilla por la A-49 que se prolonga hasta Ayamonte y cruza el puente Internacional hasta Portugal. De Ayamonte parte la A-499 que, en San Silvestre, enlaza con la HU-4401, que llega hasta Sanlúcar de Guadiana.
El puerto de Sanlúcar y la iglesia de la Virgen de las Flores
La localidad cuenta con un puerto donde amarran veleros y barcas de recreo que descienden por el Guadiana hasta alcanzar la desembocadura de Ayamonte, a unos treinta kilómetros, aproximadamente dieciocho millas náuticas. Al lado del puerto se encuentra un embarcadero para piraguas y kayaks y una playa fluvial donde en verano se puede disfrutar de un refrescante baño. En la cima del cerro se encuentra la iglesia de la Virgen de las Flores, donde destaca su hermosa espadaña barroca.
El castillo de San Marcos
En lo más alto de la localidad se encuentra el Castillo de San Marcos, una construcción erigida en el siglo XVII. Sus murallas, testigo de las contiendas que un día libraron ambos países, albergan un patio de armas y un recinto fortificado. Reconvertido en un centro cultural y turístico acoge hoy en día actuaciones musicales, encuentros astronómicos y reuniones transfronterizas y representaciones teatrales.
Desde su trapezoidal camino de ronda se disfruta de las más bonitas de Sanlúcar y de su pueblo hermano. Se dispone una entrada combinada para ver el castillo y realizar el viaje en tirolina a partir de 24 €.
Visitando los alrededores de Sanlúcar
A una treintena de kilómetros de Sanlúcar de Guadiana se encuentra Villanueva de los Castillejos y Puebla de Guzmán, cuyas iglesias son un ejemplo del mejor barroco onubense.
Viajando en tirolina de un lado a otro del río
Para realizar el trayecto en tirolina nos dirigimos al puerto fluvial de donde parte el todoterreno que nos llevará a la zona alta del pueblo. En el trayecto dejamos a un lado el castillo blanco de San Marcos hasta llegar a la cima del cerro.
Caminando por una pasarela de madera se llega a una plataforma donde se encuentra uno de los extremos de la tirolina. Allí, personal especializado ofrece un casco de protección y asegura los arneses. En ese momento divisamos los dos pueblos a ambas orillas del río. Damos dos pasos hacia atrás y con las manos sosteniendo la polea anclada en el cable tomamos impulso ayudados por los guías. Solo nos resta echarnos a volar, lo cual hacemos una vez se abre la puerta de madera que nos descubre la inmensidad del paisaje.
En un estado de pura excitación comenzamos a tomar velocidad hasta alcanzar los unos 70-80 kilómetros por hora. La sensación es inexplicable. Una mezcla de excitación, emoción y ansiedad mientras se sobrevuelan las aguas pardas del Bajo Guadiana, contemplando a toda velocidad el paisaje del cerro y del caserío de Sanlúcar en el lado español y los sotos de ribera en la vertiente portuguesa hasta alcanzar el otro extremo de la tirolina en la plataforma de la localidad de Alcoutim.
Qué ver en la parte portuguesa
Aquí, en la vertiente portugueses nos esperan otros guías que nos ayudarán a situarnos en tierra firme, desmontar el arnés y desabrochar el casco.
Estamos en un país distinto, con distinta franja horaria, como ocurre en Canarias, y claro hay que tomarse un poco de tiempo para conocerlo.
La plataforma se encuentra a las afueras del pueblo de Alcoutim y para llegar a él iniciamos un bonito paseo que nos llevará a este pequeño pueblo que aunque algo más pequeño, parece el reflejo del de Sanlúcar, en la otra orilla, y al igual que este cuenta con un castillo como el de san Marcos, el Castelo Novo, que data del siglo XVI.
Además, en el cerro de Santa Barbara se sitúa el Velho Castelo, de origen árabe del siglo IX.
En esta parte portuguesa ubicada cauce abajo, destaca la población de Laranjeiras, situado junto a un yacimiento romano. A 45 minutos de Alcoucim se encuentra Mértola, una de las localidades más bellas del interior de Portugal. Su caserío de inspiración manuelina mira al Guadiana y está protegido por un castillo transfronterizo.
El río Guadiana, que desemboca en el océano atlántico es navegable en su curso bajo. La ribera de Cadavais acoge el puerto fluvial de Alcoutim, desde el cual parte cada hora un ferry que comunica esta población con la vecina Sanlúcar y que tomaremos para regresar a nuestra población de origen.
Un trayecto completo y una experiencia maravillosa, o ¿no?. Pues ya tenéis plan de fin de semana. ¡ A volar!.