El albergue de Montfalcó es el punto de partida de la ruta de las Pasarelas del Montfalcó. Una ruta que trascurre en zig-zag sobre las paredes rocosas, a través de recodos escalonados de madera que poco a poco van ascendiendo. Hasta 500 metros de altura bordeando el río Noguera Ribagorzano, en el embalse de Canelles, frontera natural entre Huesca y Lleida.
Situada en plena Sierra del Montsec está la comarca de Ribagorza. En esta abrupta sierra nunca fue fácil vivir. La situación se volvió más complicada allí por el 1960, cuando se construyó el embalse del río Noguera Ribagorzana. Anegada la zona se produjo el desplome económico de sus aldeas; Montfalcó, Soriana, Mongay, L´Estall, caserras del castillo, Fet, Finestras…Solo se libró de la ruina la casa Batlle, hoy albergue de Montfalcó, que data de 1850 y que fue recuperada en 2009 como albergue de turismo medioambiental.
El congost –Desfiladero- de Mont-rebei marca la frontera entre Huesca y Lleida, una zona ideal para los amantes de la montaña y el senderismo. En el desfiladero existe un camino histórico que conduce a través de las rocas por la costa de la orilla leridana hasta el aparcamiento de la Masieta. Es una ruta sencilla sin pérdida ni peligro porque aunque son unos 8,43 kilómetros y aproximadamente tres horas de duración es cómoda porque es casi todo en bajada. Además existe la posibilidad de volver en catamarán.
Poniéndonos en ruta hacia las pasarelas de montfalcó
Arrancamos la ruta de las pasarelas del Montfalcó por un sendero bien señalizado con paneles, postes y paneles informativos.
El sendero desciende hacia la cola del embalse a través de bosques donde destacan las encinas, los pinos, enebros y arces.
Varios carteles informativos nos avisan de la presencia de zorros, jabalíes, buitres y quebrantahuesos, quizá la especie más emblemática y amenazada del Pirineo.
Después de aproximadamente un cuarto de hora pasamos por la fuente de Montfalcó, donde existe un antiguo lavadero y un merendero con mesas para comer, si es que regresamos por esta vía.
Luego, después de pasar por unas ruinas recubiertas de hiedras se encuentra el Corral de las Viñas, testigo incuestionable de que en este lugar en su tiempo hubo viñas y corrales. A partir de aquí la ladera e vuelve rocosa y vertical. Sin apenas vegetación debemos trepar por las paredes por la pendiente vertical.
La primera pasarela es quizás la más vistosa, pues es un recorrido de escaleras de madera donde en solo 82 metros se ganan 33 de altura (que es aproximadamente lo que tiene un edificio de unas nueve plantas). Desde aquí, a vista de pájaro, podemos divisar el embalse y las montañas calizas que nos rodean.
Continuando la ruta llegamos a la pasarela más larga y aérea. 50 metros de altura en un vertiginoso zig-zagcon seis recodos.
Llegado al final dejamos las pasarelas y comienza el descenso por un sendero pedregoso que llega al congosto del Siegué. Un puente colgante salva los 35 metros que separan las orillas del embalse.
Opciones de regreso
1-Volver por donde se ha venido, completando una sencilla excursión de 7 kilómetros y tres horas entre la ida y la vuelta.
2-Cruzar el puente y seguir caminando hacia el norte por el desfiladero de Mont-rebei, uno de los cañones más impresionantes de España.
3-Dar por concluida la excursión y regresar en catamarán desde el embarcadero junto al puente. Esta última quizás sea la opción mejor en verano, dado que el aire que entra entre estas paredes empieza a quemar a medio kilómetro de altura.