Albacete, la mayor ciudad de Castilla-La Mancha, se encuentra en medio de una vasta campiña de un alto valor natural. De esta peculiar orografía procede su antiguo nombre árabe, Al-Basit (El Llano).
En esta ciudad, los amantes de la tradición y el arte manchegos podrán disfrutar de una mezcla de modernidad y tradición que mantiene intacto todo su sabor.
Recorrerla nos permitirá comprobar el pulso comercial que late en sus arterias principales y a la vez conocer la tranquilidad de sus rincones.
Albacete es también un buen punto de partida para realizar excursiones a espacios naturales como los Montes de Chinchilla, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera y la Sierra de Alcaraz, donde nos espera el Nacimiento del Río Mundo.
Una de las mejores fechas para visitarla es en Septiembre, cuando se celebran sus fiestas que llenan de bullicio toda la ciudad.
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Patrimonio arquitectónico religioso de Albacete
En la parte más antigua de encuentra la catedral de San Juan Bautista. Se trata de una obra de concepción gótica pero que mezcla diferentes estilos. Su largo periodo de construcción, cuatrocientos años, ha dado como resultado una capilla gótica, cuatro grandes columnas renacentistas, diferentes elementos barrocos y una portada neogótica.
La arquitectura religiosa de Albacete también se nos muestra en el antiguo monasterio de la Encarnación (s. XVI), hoy centro cultural, y en la iglesia de la Purísima Concepción.
Arquitectura civil
En su perfecto entramado urbanístico nos encontramos la Posada del Rosario, actual Oficina de Turismo, en la que podremos descubrir el resultado de la mezcla de estilos gótico, mudéjar y renacentista. El conjunto es Monumento Histórico-artístico Nacional, ya que constituye una buena muestra de este tipo de alojamiento, al más puro estilo castellano, que abundaba antaño por toda La Mancha.
En la calle Tejares se encuentran algunas viviendas manchegas típicas de Albacete, con la tradicional organización de estancias alrededor de un patio central. La Casa de los Picos y la Casona Perona cuentan con fachadas blasonadas, lo que nos habla de la alta alcurnia de sus primeros moradores.
La prosperidad económica que vivió esta zona a principios del siglo XX se deja traslucir en el Pasaje de Lodares. Galerías comerciales con cubierta de hierro y vidrio, separadas por columnas renacentistas, nos transportan a lo mejor del espíritu Modernista.
Gastronomía y otros intereses en Albacete
No podemos abandonar la ciudad sin pasear a la sombra de los árboles del Parque de Abelardo Sánchez y visitar el Museo de Albacete. Las secciones de Arqueología, Bellas Artes y Etnología cuentan con unas colecciones excepcionales.
Si queremos conocer el juego de las bochas, parecido a la petanca, seguro que en el Parque de la Fiesta del Árbol encontramos albacetenses echando una partida.
Las compras deben hacerse en los aledaños de la calle Ancha. Tanto los centros comerciales como las tiendas dedicadas a la artesanía popular, en este caso especialmente, cuchillería y armas blancas, se encuentran aquí.
La Plaza de Altozano es uno de los foros de la urbe y un buen lugar para empezar de tascas y paladear unos caracoles o cualquier derivado del cerdo, como lomo de orza o unas tajadas de panceta. Todos estos manjares se suelen servir durante las fiestas de Albacete, que se celebran a principios de septiembre bajo el patrocinio de la Virgen de los Llanos y que son de Interés Turístico Nacional.
El Parador de Turismo de Albacete, situado en una quinta manchega, resulta una opción muy tentadora para pernoctar durante nuestra estancia. Su restaurante ofrece platos de la zona, como el gazpacho manchego, la perdiz en escabeche o los Miguelitos de la Roda de postre.