En las majestuosas faldas del Monte de Domaio, a más de seiscientos metros sobre el nivel del mar, comienza una emocionante ruta que ofrece vistas privilegiadas sobre la Ría de Vigo. La ruta sigue el curso del pequeño río Miñouva, que se precipita en un descenso vertiginoso de unos tres kilómetros hasta la ensenada de Mouro en el estrecho de Rande, formando hermosas cascadas y pozas, especialmente en un tramo de 200 metros prácticamente vertical.
Inicio de la ruta
La recomendación es realizar la ruta a pie, sin abandonar el cauce del Río Muiño. A lo largo del trayecto, se encuentra la Poza da Moura y molinos de agua, algunos de los cuales han sido reconstruidos.
El acceso puede resultar complicado debido a la falta de señalización, pero la ayuda de lugareños es invaluable para encontrar el sendero que lleva a un puente formado por una gran piedra. Allí, unas fuentes y un lavadero ofrecen un vistazo a la belleza del lugar, a pesar de los pilares de hormigón de la vía de alta capacidad del Morrazo, que parecen dominar el entorno. Los incendios forestales, la presión urbanística y la presencia del campo de Golf Ría de Vigo, conocido como Golf Domaio, han afectado el entorno, pero también han contribuido a la creación de uno de los campos de golf más hermosos de España.
Primeros molinos
Los primeros molinos, como el molino da máquina con su canal de agua elevado restaurado, dan la bienvenida a los exploradores. Los carteles informativos revelan los nombres de los molinos, como el de José María. El sonido del río Miñouva va aumentando a medida que avanza, salvando una fuerte pendiente. Cruzamos un puente de madera y nos acercamos a la Poza da Moura.
Leyenda de A Poza da Moura
Este hermoso paraje no podía estar exento de una leyenda local. Se cuenta que una joven, hija de un moro que llegó al lugar, tenía una relación con un labrador local. El padre, en contra de esta relación, los sorprendió en este lugar y mató al joven. La joven, llena de dolor, se sumergió en la poza y desapareció. Según la leyenda, sus lamentos se escuchan desde lo profundo, saliendo cada noche de San Juan para peinar sus largos cabellos.
Ascendemos junto a un canal de agua, dejando el río a nuestra derecha. Después de pasar por tres restos de antiguos molinos, llegamos a la Poza da Pereira, otra parte intrigante de la ruta. El cartel informativo revela el nombre, que hasta ahora se conocía como la parte alta de la poza.
Fin de la ruta
Desde aquí, se puede regresar por asfalto subiendo las escaleras o volver por el mismo camino hasta el puente peatonal que cruza el corredor y dirigirse a la parte baja del río, entre las casas de Verdeal en Domaio. A pesar del crecimiento de los árboles desde la última visita, el rugir del agua y la vista de cómo se despeña continúan siendo fascinantes. La caída de agua culmina en la desembocadura en la Ensenada do Mouro, junto a la playa do almacén en Domaio, donde un antiguo lavadero y varias fuentes adornan el entorno.