El valle de Las Batuecas es un verdadero paraíso natural. Oculto hasta el siglo XVI en la Sierra de Francia, al sur de Salamanca y rodeado de ríos y regatos, bosques de alcornoque y altas montañas es un lugar lleno de sorpresas, como pinturas prehistóricas o cascadas.
Nosotros lo recorreremos siguiendo el cauce izquierdo del río Batuecas, desde el convento carmelitano de San José hasta la cascada del Chorro. Parándonos en el pueblo de La Alberca, uno de los pueblos más bonitos de España, especialmente bonito durante las fiestas de Corpus Christi y donde como buen foodie degustaremos uno de los mejores jamones ibéricos de España.
El Valle de Las Batuecas se encuentra a 90 kilómetros al suroeste de Salamanca. Para llegar a él tenemos que seguir la SA-210 hasta Tamames y luego desviarse poco después por la SA-201 hacia El Cabaco y La Alberca.
El convento carmeliano de San José está a 12 kilómetros de La Alberca, continuando hacia Las Mestas por la misma carretera. No está permitido el acceso en coche hasta la misma puerta del convento pero se puede dejar el coche en un aparcamiento señalizado a un kilómetro.
A Las Batuecas hay que ir en otoño para disfrutar del paisaje, lleno de alcornoques y también a finales de primavera o principios de verano para bañarse en sus pozas. Más información…
Tabla de contenidos
El Valle de las Batuecas
El valle de las Batuecas es un exuberante paraje situado “a la caída de la altísima Sierra que llaman Peña de Francia” (…) por el cual bajaba un arroyo muy abundante al que por el sitio se conocía como río Batuecas”, tal como así reza en la reforma de los descalzos de Nuestra Señora del Carmen.
En la cima de la Peña de Francia existe un famoso santuario mariano pero hasta la llegada de los carmelitas ningún cristiana había puesto los pies allí.
Quizás eso fuese por la creencia de la existencia de unos salvajes de usos y costumbre muy alejados de o común, que hablaban una lengua extraña, veneraban al demonio y andaban desnudos.
Según Lope de Vega, tal como describe en su comedia “Las Batuecas del Duque de Alba” esos extraños habitantes batucos eran descendiente de los visigodos, refugiados en el valle tras las invasiones árabes. Una vez descubiertos rendían pleitesía al duque de Alba, señor de esos territorios y “casualmente” mecenas del escritor.
El hecho es que la comedia tuvo tanto éxito que a este escritor le siguieron muchos otros de géneros dispares (Larra, Unamuno, Pérez Montalbán, Montesquieu…) de forma que Las Batuecas se empezó a considerar utópicamente como un lugar aislado y feliz. De ahí deriva el modismo “estar en las Batuecas” como estar en un mundo paralelo, distraído y feliz, es decir como estar en las nubes, en la inopia, en Babia o algo parecido.
Santuario de la Peña de Francia
Antes de iniciar nuestra ruta de senderismo por los bosque de las Batuecas, lo mejor es ascender en coche al Santuario de la Peña de Francia.
Para ascender seguimos la carretera perfectamente señalizada que nos lleva a la cima, que se encuentra tres kilómetros después de rebasar El Cabaco, en dirección a la Alberca por la SA-201. Son en total unos 12 kilómetros de subida en curva donde se salvan más de 700 metros de desnivel.
A lo largo del trayecto vamos encontrándonos con paisajes muy dispares. En el valle su característica dehesa, lleno de encinas que dan alimento a los cerdos ibéricos en montanera. A continuación nos encontramos con un robledal de brezos. Luego un pinar donde brota la fuente de Simón Vela y finalmente la pelada cresta de cuarcita donde se mueve la cabra montés bajo el vuelo de los buitres.
El monasterio dominico fue levantado a principios del siglo XV en honor a la virgen María. Situado sobre un macizo rocoso de 1727 metros, está considerado uno de los santuarios marianos más altos del mundo. Desde aquí se divisan muchos de los pueblos de la sierra y de las comarcas vecinas.
Una vez en el monasterio hay que visitar su iglesia, donde se venera la imagen Nuestra Señora de la Peña de Francia, que según la leyenda Simón Vela halló en una gruta próxima en el año 1434.
Y a tal altura, no hay que dejar de asomarse a sus múltiples miradores, que desde tal altura nos permiten divisar todos los alrededores.
La Alberca
De la Peña se baja por la misma carretera por la que ascendemos y luego se continúa por la SA-201 en dirección a La Alberca, el primer pueblo de España declarado monumento histórico-artístico en 1940.
La Alberca es el pueblo más bonito de la sierra, levantado a base de piedra y entramados geométricos de callejuelas empedradas y casas madera, una buena muestra de arquitectura popular. Llama la atención su plaza Mayor, con sus fachadas llenas de balcones, soportales con hileras de granito y con un crucero que las preside.
Los dinteles de las casas aún conservan las cruces, invocaciones marianas y otros símbolos que sus moradores gravaron antaño para dar testimonio ante los inquisidores de que esa casa era habitada por cristianos.
También es costumbre en este lugar, dejar un cerdo (aquí llamado marrano) suelto por el pueblo, para que sea cebado entre todos y posteriormente rifado en san Antón. Y es que La Alberca es conocida por su riquísimo jamón ibérico, cuyo aroma lo envuelve todo y que está aún más presente si cabe en la docena de tiendas que se agolpan en torno a las calles Tablado y del Puente, que a veces hacen de plaza Mayor.
No hay que abandonar el pueblo sin visitar dos museos que bien valen la visita: La Casa-Museo Satur Juanela y el Museo del Traje Típico Albercano.
Convento carmelitano de San José
Desde La Alberca pasamos por el Alto del Portillo al Valle de Las Batuecas. Es un vertiginoso descenso de uno 11 kilómetros y 600 metros de desnivel con muchas curvas de hasta 180º.
Al final de esta selvática garganta llegamos a convento carmeliano de San José, construido en 1598 y aunque no es visitable porque los monjes carmelitas viven al más estilo eremita, aquí puedes encontrar más información sobre le mismo.
Rodeando el cenobio por la izquierda podemos adentrarnos en un paraje antiguo, llenos de enormes árboles, sobre todo alcornoques.
Pinturas rupestres del Canchal de las Cabras Pintadas
A aproximadamente unos dos kilómetros del convento, tras atravesar una enorme pedrera hay una trocha que asciende rápidamente hasta el Canchal de las Cabras Pintadas, las primeras de las muchas pinturas rupestres descubiertas en el valle.
Estas pinturas pertenecen a las llamadas pinturas esquemáticas, eminentemente simbólicas. Esto es, que encierran un significado, que va más allá de los motivos representados de la vida diaria. Hoy en día se encuentran protegidas por unas rejas.
Cascada del Chorro
Además de árboles y pinturas rupestres también nos encontramos en este valle con cascadas y pozas de aguas cristalinas. Una de ellas es la Cascada del Chorro, uno de los enclaves más bonitos de la sierra.
Se forma donde el arroyo del Chorro, afluente del río Batuecas forma una cascada de unos 10 metros de altura y una poza de color verde antes de confluir con este.
Para llegara a ella solo hay que retomar el sendero, y tras cruzar el arroyo de la Palla y, antes de un kilómetro, en la confluencia del arroyo del Chorro con el río Batuecas, hay que tomar la vereda que corre a media ladera del norte del primero hasta topar con la cascada del Chorro.
Una ruta de senderismo de 11 kilómetros (ida y vuelta) y unas 4 horas de duración nos lleva a la cascada partiendo del monasterio carmeliano de San José. De dificultad media-baja está señalizada solo hasta la mitad del recorrido, aunque es tan frecuentada que casi no tiene pérdida.
Otros lugares de interés
Ruta del vino de la Sierra de Francia
La ruta del vino de la Sierra de Francia abarca 18 pueblos de la comarca en la que se cultiva y elabora la variedad de uva Rufete.
Bodega Cámbrico es una recomendada bodega que se encuentra en Villanueva del Conde, a 18 kilómetros de La Alberca. Ofrece visitas guiadas recorriendo sus viñedos centenarios de cultivo ecológico y catando sus vinos acompañados por una tapa del delicioso y apreciado jamón.