Albarracín es un bello pueblo de la provincia de Teruel, el más conocido de la provincia y entrada y cabeza de la Serranía del mismo nombre.
Ubicado en un peñón de la colina de los Montes Universales, en el istmo y la península que forma el río Guadalaviar, la antigua capital de un reino de taifas, ha conservado todo su sabor islámico y medieval, siendo hoy en día, uno de los pueblos más bonitos de España.
Declarado conjunto histórico, el monumento principal de Albarracín es la ciudad misma, con todo su sabor popular y aristocrático, reflejo de su historia y del buen hacer de sus gentes. Su casco antiguo es un conjunto espectacular de arcos, pasadizos y casas de color rojizo.
Es un placer callejear por todos sus rincones, pero es recomendable que lleves zapatos cómodos, pues todas las calles están empedradas, con cuestas y escaleras, y la subida a las murallas se realiza por un camino de tierra.
Entre sus empinadas calles se encuentra la plaza Mayor. En ella está el ayuntamiento, desde el que se abre un impresionante mirador sobre el río Guadalaviar, en cuyo margen se extiende un paseo fluvial.
Su clima lluvioso favorece su gran riqueza forestal. En sus bosques y verdes praderas proliferan en otoño y primavera, una gran variedad de setas, lo que lo convierte en estas temporadas en un auténtico paraíso para los micólogos, siempre que se obtenga el correspondiente permiso de los agentes forestales.
Tabla de contenidos
Patrimonio artístico y cultural
La ciudad
El verdadero encanto de Albarracín está sobre todo en el trazado de sus calles adaptadas a la difícil topografía del terreno, con escalinatas y pasadizos y en el conjunto de su caserío de muros irregulares, color rojizo, con entramado de madera, en difícil equilibrio, con aleros que se tocan.
Y es que una característica diferenciadora de la ciudad de Albarracín respecto a los pueblos de la Sierra es el empleo abundante de las estructuras con entramado de madera y tabicones de yeso rojizo que confieren el color característico al conjunto y que ganan aún más encanto con las últimas luces del día.
Cada rincón y cada casa, es objeto de admiración. Por sus puertas y llamadores (picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón). También por sus diminutas ventanas con visillos de encaje, sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada.
La ciudad está rodeada en sus cuatro quintas partes por un profundo tajo que hace de foso defensivo, complementado por el imponente cinto de murallas que culminan en el castillo del Andador.
La mejor forma de conocer Albarracín es, sin duda, disfrutando de una visita guiada por sus calles y sus monumentos más emblemáticos. Las organizan desde la Fundación Santa María y también desde la empresa de servicios turísticos El Andador.
El Alcázar y las murallas
Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural. En él destacan las ruinas de un alcázar (un castillo de origen árabe) que se alzan sobre un acantilado.
Lo primero que sorprende al llegar a la villa de Albarracín es su imponente recinto fortificado, cuyo perímetro sobrepasa con creces la superficie del casco urbano y dominan la ladera adyacente. Las altas murallas de Albarracín, se remontan a la Edad Media. En su punto más alto está la Torre del Andador.
Lo que hoy observamos en ellas se corresponde con tres momentos de construcción distintos. El bastión y la antes mencionada Torre del Andador corresponden a principios del siglo X. Las murallas que rodean el arrabal de la Engarrada se construyeron en el siglo XI, por los reyes de taifa de Albarracín. Por último, los señores cristianos y los reyes de Aragón erigieron tras la Reconquista nuevos tramos de muralla. También la mayoría de los fuertes y torres que se conservan.
La catedral, el Palacio Episcopal y el Museo Diocesano
La actual catedral de El Salvador, adosada al antiguo Palacio Episcopal, fue construida en el siglo XVI. Incluye un campanario que se construyó sobre los restos de un templo de arquitectura románica.
En el Museo Diocesano, ubicado en el Palacio se expone una valiosa colección de tapices flamencos.
Otros monumentos y lugares de interés
Además de los anteriores, la ciudad cuenta con abundantes monumentos, como la Iglesia de Santiago y la de Santa María, algunas mansiones señoriales, entre las que destaca la de los Monterde, y una peculiar arquitectura popular donde destacan la casa de la Julianeta, la casa de la calle Azagra, la plazuela de la Comunidad y la pequeña y evocadora Plaza Mayor. También la Torre de Doña Blanca, donde dice una leyenda que allí, encerrada en ella, murió de pena una infanta aragonesa y que su espíritu baja las noches de luna llena a darse un baño en el río.
Entre sus museos destaca la Casa-Museo Noble de la familia Pérez y Toyuela, el Museo Municipal y el Museo del Juguetes, imprescindible si viajas con niños.
Otro de los atractivos que te ofrece Albarracín es la subsede de Territorio Dinópolis dedicada al mundo de los fósiles y a los mares prehistóricos: Mar Nummus. En el Parque Cultural de Albarracín, se pueden ver muestras de arte postpaleolítico de entre 6.000 y 1.000 años a.C. La romana es la época de la que se conservan más vestigios, entre los que se encuentra el acueducto de 18 kilómetros que iba de Albarracín a Cella.
Información de utilidad para callejear
Cómo llegar
Si vas en coche al Albarracín, en la entrada de la ciudad monumental, en su parte baja, hay varias zonas de aparcamiento. El primero de ellos está situado junto al río Guadalaviar) es el más grande y está muy cerca de la Oficina Comarcal de Información Turística. (Tf. 978 710 262 / email: infoturismo@comarcadelasierradealbarracin.es), única en la ciudad.
Si hemos dejado el coche en el primer aparcamiento de entrada a la ciudad, podemos subir hacia la Plaza Mayor desde la Oficina de Turismo por la calle Bernardo Zapater.
Si hemos dejado el coche en las inmediaciones del Parque Municipal (siguiente aparcamiento de la zona baja), y no necesitamos pasar por la Oficina de Turismo, tenemos la opción de subir por unas escaleras que bordean el túnel y que nos llevan a mitad de la calle Azagra. Una vez llegada a ésta, hacia la izquierda iríamos a la Plaza Mayor. La otra posibilidad es tomar unas escaleras más anchas, contiguas a las anteriores, que discurren por el arranque de los contrafuertes del ayuntamiento.
También hay alguna zona de aparcamiento en la parte alta (junto al cementerio, detrás del Castillo, en la calle del Carmen). No siempre es fácil encontrar aparcamiento y por algunas calles el coche pasa muy justo. Si vamos a algún hotel de la parte alta, es recomendable que con la reserva le pidamos información al recepcionista de dónde dejar el coche, aunque sea sólo para llevar las maletas.
Una vez visitar el pueblo, podemos realizar una excursión desde el mismo pueblo al nacimiento del río Tajo. Pero eso, lo dejamos para otra ocasión…