Blancos históricos. Calidad y elegancia en nariz


Historia
Ribeiro tiene una larga tradición vinícola estrechamente ligada a la exportación a través de los puertos del Atlántico. Los viñedos de esta comarca fueron plantados por los romanos y, desde los tiempos medievales hasta el siglo XVIII, fue famosa por sus tostados o vinos dulces (antecesores del Jerez y Oporto en las mesas británicas), elaborados aquí mucho antes que en Canarias y Andalucía con uvas secadas al sol y conocidos también como Ribadavia. Los monjes del Cister entraron en escena desde San Clodio, y perfeccionaron las técnicas de cultivo, recolección y elaboración, además de dejar documentación escrita, hoy de valor incalculable para la historia de este vino. También entonces como hoy, estos vinos eran bebidos por los peregrinos que pasaban por la comarca para ir a Santiago y ellos mismos se encargaban de exportarlo. Inglaterra tuvo un importante mercado de vinos blancos de Ribadavia durante los siglos XVII y XVIII. A su vez, el cenobio de Oseira, que tenía propiedades en O Ribeiro, se convirtió igualmente en gran propulsor de estos vinos, que de la mano de comerciantes judíos, llegaron a las mesas europeas. Las plagas del oídio (1850), el mildiu y la filoxera (1892) mermaron estas históricas vides, parcialmente sustituidas por cepas más resistentes pero de otra calidad.

Actualmente el Ribeiro está volviendo por sus fueros y resurge con fuerza apostando por las variedades autóctonas que le dieron nombre, con la recuperación y creación de antiguas y nuevas plantaciones mediante programas de reconversión y reestructuración. También con la continua implantación de nuevas bodegas y la mejora de las ya existentes, mediante la incorporación de la más alta tecnología siempre enfocada a alcanzar mayor calidad y a la obtención de la máxima expresión de las variedades autóctonas, sin perder la tradición bien entendida de los grandes vinos del Ribeiro. La innovación y la investigación son ahora evidentes en toda la denominación, tanto en las grandes cooperativas como en las pequeñas bodegas. Todas las grandes bodegas y muchas de las pequeñas cuentan con la última tecnología de prensado y filtrado. Curiosamente, la zona también conserva muchos productores pequeños e independientes, llamados colleteiros, que producen vino tradicional proveniente de sus propias uvas. Esto eleva a más de seis mil los viticultores orensanos los que producen estos caldos, en una comarca donde la vid es un referente económico y cultural.

Tipos de vinos
Los vinos de esta denominación son jóvenes, frescos, moderadamente ácidos, sabrosos y aromáticos. Mandan los blancos (80%) sobre los tintos (15%) y en menor proporción (5%) tostados. El grado alcohólico mínimo varia entre el 9% (blanco y tinto) y el 13% (tostados). Los blancos ofrecen aromas florales, frutales y balsámicos. Son vinos sólidos, limpios y brillantes, con tonos amarillos y reflejos verdosos (símbolo de frescura). Los tintos, cada vez más demandados, son vinos con personalidad, estructurados y carnosos, con un toque de acidez y muy aromáticos con olores que recuerdan a frutas rojas y negras, violetas y pétalos de rosa, regaliz… . Complejos, amplios, con carácter, de color rojo picota, con reflejos violáceos. Los tostados son dulces pero equilibrados, viscosos, con tonos que van del ámbar al caoba. Elegantes en nariz y boca, los blancos producen una agradable sensación de delicadeza, lo que los hace perfectos para maridar sobre todo mariscos, pescados y los tintos quesos, embutidos no muy curados. los tintos son ideales para carnes, pastas, setas, legumbres, estofados y quesos curados. En general, el Ribeiro es el compañero natural de la cocina gallega y de cualquier cocina actual que sepa conjugar el respeto a los sabores tradicionales y la curiosidad por lo nuevo. Por último, encontrará el vino tostado, naturalmente dulce y elaborado con el mosto procedente de las mejores uvas pasificadas. Su elaboración es escasa y trabajosa, por lo que se trata de una verdadera joya de la enología.
