Una vez oí a un afamado cocinero, poseedor de unas cuantas estrellas Michelín, que a un restaurante con estrella se va si estamos en su misma ciudad. A uno con dos desviándose de la ruta. Pero a uno con tres se va a proposito, aunque nos quede lejos.

Ninguno de estos es el caso del restaurante dirigido por Juan Manuel de la Cruz, ya que su llamada modestamente “casa de comidas” no posee ese galardón. Sin embargo su cabeza atesora el conocimiento y saber hacer de años de trabajo en restaurantes que sí las ostentaban. Por eso, aunque Casa Obdulia desde el exterior parece una humilde casa de piedra que podría habernos pasado desapercibida, ya habíamos decidido ir expresamente allí, como si de un restaurante de estrellas michelín se tratara. Porque Casa Obdulia es un restaurante más allá de las estrellas. Un restaurante con alma.

La cocina de Juan Manuel de la Cruz

Seis restaurantes dejaron su impronta en la cocina de Juan Manuel de la Cruz ; El Ermitaño, Casa Marcelo, Zuberoa, Miramón y Martín Berasategui en España y el Villa Belrose Saint Tropez en Francia. Curiosamente, de alguna manera Martín Berasategui está presente en el local, acompañando a su cocinero, que exhibe una foto junto a él en las paredes de su local.

Marcado por el número 7

Dicen, que el número siete es el número de la suerte. Para nosotros lo es. Yo nací un 7 del 7, de un año de los 70´s y mi pareja también está marcado por dicho número en su piel y en su memoria. Para Juan de la Cruz, el 7 es este restaurante, el único en que ha trabajado que no ostenta las afamadas estrellas, pero que es su verdadera casa. La casa de sus padres, de sus orígenes, donde creció al lado de su madre. La casa donde esperemos que tenga suerte y crezca. El lugar para que continúe creando en nuestra amada ciudad de Vigo esos platos que exhiben todo su delicadeza, conocimiento y cariño.

Así, que llamados por la curiosidad acudimos un martes del verano del 2019 al restaurante Casa Obdulia. Allí más que una persona riquiña, -que es como llamamos en Galicia a la gente maja-, estaba un amigo de juventud de mi pareja y sobre todo un excelente cocinero, merecido heredero y transformador de un restaurante de barrio, que con esfuerzo y dedicación acerca cada día más a Vigo al universo de las estrellas.

Describiendo el local

Ubicado en el bullicioso y trabajador barrio vigués de Teis, este restaurante está enfrente del llamado 7torres, un local que debe su nombre así por exhibir en su arquitectura dichos elementos. Por fuera, se muestra discreto. Por dentro está distribuido en dos espacios.

El primero alberga tras los renovados fogones la verdadera “casa de comidas”, heredera de la cocina de antes, la de las madres. En este espacio se suele servir el menú del día, una comida casera que llaman menú por tener un precio más ajustado al valerse de lo que los de perfil técnico llamamos economías de escala y del excelente producto local de proximidad.

Arriba, vestido de blanco y sobriedad está un sencillo restaurante, donde la protagonista es la comida a la carta y la cocina de autor con su menú degustación. Nos decidimos por este último, dos días antes cuando hicimos la reserva. Queríamos que Juan nos sorprendiera y ¿ qué fue lo qué nos encontramos?. Siete platos más uno ;). Platos con personalidad, finamente hilados a lo largo de un paseo de sabores.

El Menú degustación de Casa Obdulia

Primeros platos

1-Para empezar un contundente sabor a mar. Sobre su propia concha una crema y un mouse que atesoran el sabor de este irisado molusco tan apreciado en el Japón, la oreja de mar. Consigo distinguir un percebe, el más atípico marisco gallego, tan raro que forma una única subclase de crustáceos, los cirrípedos. Este marisco, de extraña morfología, es el que mejor representa el sabor a mar, El mar que golpea las costas gallegas con toda la furia del océano Atlántico. Junto a él, acompañándolo y atenuando su sabor, un poco de codio, o también llamada alga percebe, llamada así porque, como en los amantes que permanecen unidos muchos años, todo en ella nos recuerda a él.

2-De segundo un plato no menos contundente en sabor y con marcada textura, pero esta vez de la tierra. Un foie elaborado en la casa sobre un pan con el toque de dulzor y frescura que le da unas imperceptibles pasas y unos crujientes frutos secos. No sé que ha utilizado en la elaboración del foie, pero su sabor me recuerda mucho al de un buen oporto.

3-Y pasamos al tercer plato. Aquí se fusionan el mar y la tierra. Por un lado una delicada vieira y unas crujientes lascas de jamón que parecen nadar sobre una verde crema de guisantes. Ligero y a la vez extremadamente sabroso. Un plato sencillamente perfecto.

Platos centrales

4-Y en el ecuador de este festín gastronómico descubrimos un reinventado plato de huevos con patatas y chorizo pero con toque de vanguardia, porque aquí se reconocen los sabores pero los ingredientes se fusionan bajo una misma textura, la de la crema de patatas y del huevo a baja temperatura, sobre la que se esparcen juguetonamente los pequeños trozos de chorizo y de picatostes.

5-Nos acercamos contundentemente al final de este menú degustación entrando de lleno en el plato de pescado. Un sutil rape con verduras, tan sutil que si tenemos que marcar un solo error en este menú sería, para mi gusto una ligera falta de sal.

6- Quizás el error del penúltimo plato haya sido una falta o quizás no, porque de esta forma se percibe de forma más contundente el último de los platos, unas carrilleras de ternera con parmentier de patatas.

Postres

Y llegamos a los postres, dejando ya atrás el vino «Carlos Villanueva» que nos acompañó durante toda la experiencia.

7-El primero de los postres lo representa una compota de manzana y mouse de vainilla, perfectamente fusionados con la galleta, que esta vez, en vez de servir de base, ocupado por la manzana, cae sobre la vainilla como la nieve sobre las montañas.

Finalmente el plato 7+1 no podría ser más que el colofón de esta fiesta culinaria, un mix de delicados minipostres que van desde una crema de queso mascarpone a distintas delicias de chocolate y café.

Y si el vino nos acompañó con armonía durante toda la comida, el punto y final lo puso un café especial, de pote, de los de antes, aromatizado con cardamomo y canela.

Nuestra opinión

Felicidades, Juan Manuel. Hasta aquí llegó nuestra visita a Casa Obdulia, la casa que fundó su madre, hace casi cuarenta años, pero que sigue en pié, robusta, sencilla pero ahora renovada, desde el corazón, con sentimiento, gracias al amor a la cocina, a la familia y al arraigo a la tierra.

Volveremos, sin duda, a visitarla, esa vez a probar el menú del día y la carta.

Y fuimos, y también nos encantó. estas es la muestra. Chipirones y cochinillo sencillamente perfecto.

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